martes, 14 de octubre de 2008

EL EXPERIMENTO FILADELFIA


Antes y durante la Segunda Guerra Mundial, todas las naciones intervinientes desarrollaron proyectos ultrasecretos sobre armas ofensivas o defensivas. Desde el radar hasta la bomba atómica, pasando por muchas otras cosas.

Una de estas "otras cosas" se experimentó el 28 de octubre de 1943 en los astilleros navales de Filadelfia (USA). La idea general que se ha divulgado, es que un grupo de físicos que trabajaban para la armada propuso experimentar los efectos de un campo de fuerza generado a bordo de un buque militar, a fin de hacerlo invisible al radar.

Las pruebas se hicieron bajo el nombre clave de "Proyecto Rainbow", aunque pasarían a la historia de los enigmas como "El Experimento Filadelfia".


(Base naval de Filadelfia en los años '40)


Los experimentos comenzaron durante el verano de 1943, utilizando para ello un buque militar (el destructor USS Eldridge) y los físicos se anotaron un gran tanto el 22 de julio, cuando lograron que el campo de energía creado lo hiciera invisible al radar por breves instantes.

Un efecto secundario no previsto fue una extraña niebla verdosa que cubrió al destructor durante ese breve lapso, así como reportes posteriores de diversos malestares en la tripulación.

De todas formas, se decidió procesar la información obtenida, recalibrar los instrumentos y realizar más pruebas. El experimento clave se llevó a cabo el 22 de octubre y los resultados del mismo fueron absolutamente inesperados: el "Eldridge" no sólo se hizo invisible al radar durante la prueba, sino que también habría desaparecido de la vista por completo, durante los minutos que el campo de energía se mantuvo.

Es más: durante el tiempo en que desapareció de la vista en Filadelfia, fue reportado por observadores en las afueras de la base naval de Norfolk (Virginia, USA), a unos 600 kilómetros de su ubicación original. Sin buscarlo, se había obtenido un efecto de teletransportación.

El único problema fueron los efectos secundarios sobre la tripulación, absolutamente devastadores: los reportes abarcan desde tripulantes desaparecidos hasta incinerados sin causa aparente, no sólo durante los efectos del campo de energía sino en los días posteriores.

En apariencia, algunos de los hombres sufrieron algún tipo de desintegración molecular inexplicable. Y los sobrevivientes estaban afectados por una comprensible neurosis.




(El destructor Eldridge, que terminó donado a la armada griega)

Nada de esto se sabría hasta 1955. En ese año, un investigador de OVNIs llamado Morris Jessup, publicó un libro llamado "The case for the UFOs", donde especulaba, entre otros temas, con hipótesis acerca de los posibles métodos de propulsión utilizados por esos objetos no identificados.

Posteriormente, entre la correspondencia de lectores y aficionados al tema, Jessup recibió una carta sumamente extraña, de un hombre que se identificaba como "Carlos Miguel Allende". En su misiva, el tal Allende le explicaba a Jessup muchos detalles del experimento, manifestando haberlo presenciado desde otro buque (el "Andrew Furuseth"), dando nombres de la tripulación original del destructor "Eldridge" y aludiendo a artículos periodísticos de la época.

Si bien Jessup estaba intrigado por el tema, también era cierto que estaba acostumbrado a recibir cartas de todo tipo de locos y fabuladores, por lo cual se limitó a contestar a su corresponsal pidiéndole mayores detalles. Y pasado el tiempo sin recibir respuesta, se olvidó del asunto.

(Supuesta foto de quien usó el seudónimo "Carlos Miguel Allende")

Meses después, Jessup recibió otra carta de su extraño corresponsal, que esta vez firmaba como "Carl M. Allen". Más y más detalles eran reseñados en la misiva, donde "Allen" ofrecía incluso someterse a hipnosis para traer a la conciencia algún aspecto olvidado de lo que presenció.

Jessup estaba dubitativo acerca del tema y del tal Allende-Allen, cuando recibió una citación absolutamente inesperada: la Oficina de Investigación Naval, un organismo de inteligencia de la Armada, le solicitaba acudir a Washington por un asunto no especificado.

Cuando Jessup se presentó, fue conducido a un despacho donde dos altos oficiales le mostraron algo que había llegado por correo: un ejemplar de su libro en el cual tres personas diferentes habían realizado profusas anotaciones al margen, comentando casi cada tema de los propuestos por el autor. Se le pidió entonces que leyera atentamente los comentarios, para ver si alguno de las personas podía resultarle familiar de alguna manera.

Una vez solo y tranquilo, Jessup estudió con gran detenimiento los comentarios escritos a mano en el libro y quedó totalmente estupefacto por dos motivos. Primeramente, las personas que escribían tenían obviamente un gran conocimiento de la procedencia y motivaciones de los tripulantes de los OVNIs: de ser cierto lo que decían en sus comentarios, estábamos siendo "visitados" desde mucho tiempo atrás por dos clases de seres alienígenas diferentes, que incluso tenían bases submarinas.

En segundo lugar, Jessup quedó pasmado cuando reconoció la letra y el estilo de uno de los comentaristas: se trataba del tal Allende-Allen.


(El destructor Eldridge en la armada de USA)

Jessup comunicó sus impresiones a los oficiales navales, quienes le volvieron a citar para una fecha posterior. Nuevamente le sorprendieron en la segunda entrevista, pues le indicaron que habían tratado de rastrear sin éxito a Allende-Allen y le obsequiaron un ejemplar de su libro con todas las anotaciones prolijamente transcriptas e intercaladas en el texto, impreso por una tal "Varo Corporation".

Cuando Jessup salió de la oficina, se prometió a sí mismo no parar hasta alcanzar la verdad sobre el tema. Tenía claro que su corresponsal, el tal Allende-Allen le había contado una historia pesadillesca, pero si todo era mentira, ¿por qué la Armada intentó rastrearlo? Y si no había nada de cierto en los comentarios hechos a su libro, ¿por qué un organismo de inteligencia se había tomado el trabajo de reimprimirlo con dichos comentarios intercalados?

Jessup comenzó a agitar las aguas. Empezó a investigar el "Experimento Filadelfia". Buscó contactos, hizo preguntas......quizás demasiadas preguntas.

Un día de 1959 quedó en pasar por la casa de un colega investigador a cenar, para mostrarle una serie de resultados obtenidos en su investigación.
Nunca llegó.
Se le encontró en un parque, en el interior de su coche. Una manguera iba desde el escape hasta la cabina, entrando por una ventanilla semi-cerrada.

La policía lo caratuló como suicidio.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Que pedazo de historia, GUAU

Y me imagino que en el auto no tenía carpetas ni nada, estaba limpito

Mary Lovecraft dijo...

Oh espeluznante de verdad.

Siempre me atrajo mucho este caso del experimento Filadelfia, desde pequeña. La peli la ví varias veces con la misma fascinación aunque en lapsos de tiempo diferentes.
Pero de lo que no tenía nociones era de todo el circo montado en la parte de atrás...

me dejaste con gran inquietud en mi interior querido Pelaíto, porque se trata del mismo cuento de siempre ¿a qué tanto el Gobierno si se tratan de historias vacías de locos???

da que pensar, una vez más.

besototes mil para tí Mi Pelaíto!!! :DDD

Adolfo Calatayu dijo...

Uh,mete miedo la historia,tiene que ver con la peli de Carpenter no? yo prefiero "el enigma de otro mundo"
abrazote,amigo.

pelado1961 dijo...

Mariolo:

Tal cual lo suponés. Ningún documento fue encontrado en el coche. Barrieron con todo.

Un abrazo!!!


Mary:

La peli es muy buena, cierto.
Y la realidad muestra todo un enredo donde la "gente que sabe demasiado" no termina bien...

Besotes!!!!

Adolfo:

Hay muchas pelis buenas en el género. La que se inspiró directamente en el "experimento Filadelfia" no sé si es de Carpenter. Averiguaré.


Un abrazo!!