viernes, 21 de agosto de 2009

LO QUE ELLOS QUIEREN


Después de muchos años de ver películas de terror y ciencia-ficción, he llegado a ciertas conclusiones. Por ejemplo: toda la gente cree que el propósito de los monstruos y alienígenas es, decididamente, liquidar a todo el mundo o invadir el planeta (o invadir el planeta y liquidar a todo el mundo, como sea).

Pero no es así. Lo que ellos quieren, lo que de veras ellos quieren son chicas.

A las pruebas me remito:
Piensen, por ejemplo, en "King Kong":



Lo capturan en la selva, se lo llevan a New York y cuando se libera, ¿qué hace?
¿Se vuelve a la selva? ¿Se roba una frutería? NO

Se va detrás de una rubia. Punto.

Veamos otra, por ejemplo "Locura silenciosa":



Más bien debió llamarse "Lujuria ruidosa", porque el sicópata de turno lo único que quiere es correr detrás de las porristas, que gritan y gritan mientras bambolean los senos en su huída.

Tremendo.

Otro caso más: "Labios viciosos"



No sé quién habrá sido el que catalogó esta película como "ciencia-ficción", pero se pasó de listo.

Un primitivo alienígena sale de una profunda hibernación. ¿Y qué hace?
¿Se va a atacar al emperador Ming o a la flota estelar o a la nave Galáctica?

Ni loco.

El tipo agarra y persigue a cuatro chicas muy fuertonas, perdidas y abandonadas en un planeta desconocido (pero con atuendos al estilo sado-maso y permanentes recién hechas). Fatal.
Pasemos a una más clásica si lo prefieren: "El gran tiburón blanco"



Media película transcurre entre pechugonas chicas que se bañan en el mar, corretean en la playa, juegan al beach-volley, vuelta al mar a mojarse, se pasan bronceador unas a otras, etc., etc.

Al final, hasta el pobre y tímido tiburón se alborota: se va derechito hasta la de bikini más minúsculo.

Pasemos al "Frankenstein" de Boris Karloff:



Ya desde el afiche, llama la atención el punto focal de la mirada del "monstruo".

No es el clásico descerebrado que va a matar a la chica, no, no, no.
Este tiene otras cosas en mente, pueden apostar!!!!

Vamos a otra: "Monstruo sin rostro"



Después de muchas peripecias, tres hombres logran ubicar al monstruo sin cara, creado por un científico loco.

Y cuando lo encuentran, ¿qué estaba haciendo?
¿Comprando una careta? ¿Tomando una cerveza? ¿Jugando a las cartas? NO

Estaba espiando a una chica en la ducha. Me reservo los comentarios.

Sigamos, por si aún no me creen: basada en una obra de H.G. Wells, llegó el film "El imperio de las hormigas":



Hormigas gigantes salen de su letargo milenario y llegan a la superficie.
Pero no seamos ingenuos: no intentan llevarse ni las frutas ni las hojitas de los árboles.

Más bien, corretean cuanta mujer buenota encuentran. Ahí ven el afiche: una hormiga está por quitarle los jeans a Joan Collins, nada menos.

Continuemos con un personaje que me gusta mucho: "La maldición del hombre lobo":

Mucha luna llena, muchos aullidos, bla, bla, bla.

Pero el tipo no elige asaltar una carnicería o robar unas latas de "corned beef", cuando se convierte.

En vez de eso, secuestra a la muchachita de la película y se la lleva al bosque, mientras vemos cómo se le cae la baba y le crecen unos colmillos (seguramente a consecuencia de los pensamientos libidinosos que hay en su mente). ¡Qué relajo!

Sigamos, sigamos, que tenemos a "La criatura del mar embrujado":


Un ser surge del mar: es asqueroso, escamoso, horroroso y....¡lujurioso, por supuesto!

Y si no, tengan a bien explicarme cómo puede ser que, luego de provocar el hundimiento de varias embarcaciones, habiendo un montón de náufragos a la deriva, justo elige agarrar a la chica más ligera de ropas entre todos!!!

Y no es que los otros bichos sean diferentes: fíjense en las "Abejas":


Nada de ir a libar florecillas, nada de fábulas sobre la laboriosidad de las abejitas.
Estos ejemplares se dedican a otra cosa: babearse mientras persiguen féminas en bikini.

Más claro imposible.

Ultimo ejemplo: una peli como para BatiMariolo: "La gente murciélago":


Ni Bruce Wayne ni ningún superhéroe aparecen por aquí.
Solamente un montón de criaturas (la "gente murciélago") que se pasan toda la película ¿haciendo qué?
Pues llevándose señoritas polentonas a la cueva. Y babeándose copiosamente mientras las secuestran. Un atentado a la moral y las buenas costumbres, como quien dice.

Por eso, cuando surge el tema y alguien me pregunta: ¿qué buscan los alienígenas y esos otros seres de pesadilla que vemos en el cine?
Mi respuesta es clara y valerosa: sexo, puro sexo.

Toda esa manga de libidinosos galácticos y degenerados de las sombras, se disfrazan de invasores o merodeadores para conseguir chicas, nada más.

Así que tengan cuidado, incautas damas que visitan este blog.
No se dejen engañar con eso de "venimos en son de paz" o "somos los amos de las tinieblas": todo es puro verso para llegar a otros fines.
No digan que no les avisé :)

sábado, 15 de agosto de 2009

LA TORMENTA DE SANTA ROSA


Tanto en Uruguay como en Argentina, todos sabemos que cualquier temporal de viento y lluvia que se produzca en el entorno del 30 de agosto, provocará los inevitables comentarios sobre "La Tormenta de Santa Rosa".

Mientras los escépticos se ríen de este mote, y califican de simple casualidad el hecho, los creyentes (generalmente gente mayor) defienden a capa y espada la certeza de esta leyenda.

Pero la cuestión que a mí me interesa es: ¿dónde y cuándo empezó este asunto?



La respuesta procede de tiempos lejanos, para ser más exactos del año 1615. Y surge en la ciudad de Lima (Perú), un día en el cual sus habitantes corren un peligro inminente.

Es que una flota de piratas holandeses se está aproximando al puerto. Se sabe que ya han asaltado el puerto vecino de El Callao y ahora se dirigen a saquear Lima.

Pero hay una religiosa, la beata Rosa (nombre con que fue conocida Isabel Flores de Oliva), que conmina a los ciudadanos a rezar para alejar la amenaza. Ella misma encabeza la oración.



Y hete aquí que se desata entonces una feroz tormenta, que impide cualquier intento de desembarco por parte de los piratas y les obliga a alejarse de la zona.

Fue allí que los lugareños atribuyeron al poder místico de Rosa la aparición de dicho fenómeno que vino a salvarlos.



La historia pegó fuerte en Perú y se esparció con el tiempo por Argentina y Uruguay, donde subsiste la costumbre de atribuir al 30 de agosto (fecha asociada en el santoral a Santa Rosa de Lima) la proximidad de una feroz tormenta.

Para los escépticos, la explicación pasa por el choque de vientos cálidos y masas de aire frío, fenómeno que se produce ante la cercanía de la primavera austral.

Y por supuesto, nadie se va a poner de acuerdo: la leyenda subsistirá y punto.

CHAMPAGNE Y TOPLESS EN LA FRANCIA IMPERIAL


Ya les veo las caras, montón de forajidos, babeándose mientras piensan que este post hablará de alcohol y mujeres ligeras!!!

Pero para que vean que soy serio, les digo que voy a describir simplemente una leyenda urbana: la que dice que el diseño de la copa de champagne se origina en los senos de Josefina, la esposa de Napoleón Bonaparte.



De acuerdo a esto, la forma de la copa respetaría proporcionalmente la forma de un pecho de la emperatriz.
De ser cierto, habría que ver quién y cómo le tomó el croquis. Pero como el emperador siempre andaba en campañas guerreras, peleando contra el resto de Europa, capaz que no tenía tiempo para dedicarle a la señora y entonces....


Pero no dejemos volar demasiado la imaginación, porque esta leyenda urbana es falsa. Y lo mismo sucede para las versiones que atribuyen el pecho a María Antonieta (esposa de Luis XVI) o a Madame Pompadour (famosa cortesana y amante de Luis XV).

Sencillamente, no es posible tal cosa por una cuestión de épocas.

Para empezar, el champagne fue creación de un monje benedictino del siglo XVII. Y la copa en cuestión se diseñó en Inglaterra en 1663, mucho antes de que llegaran al mundo las mujeres mencionadas.



Por supuesto, nada impide que el diseño esté basado en los pechos de alguna señorita que, desgraciadamente, no pasó a la historia (hasta me animo a decir que pudo ser amiguita de ese monje benedictino). Pero nunca lo sabremos.

La cuestión es que el tiempo pasa y las modas cambian. Ahora se estila tomar el champagne en las copas "flauta", diseño que teóricamente sería mejor, por ser más profundo y permitir disfrutar de las burbujas más tiempo.



Como sea, recuerden esta leyenda urbana la próxima vez que tomen champagne.

Puede que, después de la tercera copa, cierren los ojos y sientan una vocecita de acento francés al oído, que les urge a dejar los diseños de lado y ver los "originales".

METEORITOS ERAN LOS DE ANTES



El pibe de la foto se llama Gerrit Blank, tiene 14 años y es alemán.
Sonríe y, la verdad, tiene motivos para estar sonriente: le cayó un meteorito encima y puede contarlo.

Claro que, si entramos en detalles, la cosa ya no es tan impresionante.
El meteorito tenía un tamaño "poco más grande que un frijol", según los científicos que estudiaron el caso.

Pero aún así, considerando que ingresó a la atmósfera a una velocidad de 48.000 kilómetros por hora y que le dejó al buen Gerrit una cicatriz de 8 cm en su mano, el susto debe haber sido enorme.


"Vi un fogonazo y escuché una especie de estruendo", contó después el muchacho. El dolor en la mano lo sintió antes de oir nada.
Al principio, nadie le creía. Pero luego de analizado el pequeño fragmento, se confirmó el origen meteórico del mismo.
Gerrit ya tiene algo para contarle a los nietos.

Distinto fue el único caso anterior conocido, que sucedió en 1954 en Alabama (USA):


La Sra. Ann Hodges estaba durmiendo plácidamente en su cama cuando sucedió lo inesperado: una roca de más de cuatro kilos de peso, caída "de la nada" golpeó una de sus manos y su cadera.
Afortunadamente para ella, si bien el golpe fue muy severo, no le produjo lesiones de consideración ni permanentes.

Como la asustada mujer no lograba explicarse el origen del proyectil, optó por llamar a la Policía.
Los uniformados debieron recurrir a los científicos y éstos certificaron el origen meteórico del impacto.


También lograron reconstruir lo acontecido, en base a los destrozos hallados en la casa de la Sra. Hodges, que fue examinada exhaustivamente desde el techo a los cimientos.

Así se pudo determinar que el meteorito atravesó primero con gran violencia y velocidad el techo de la casa.
A continuación golpeó y atravesó las sucesivas capas y estantes de un mueble de madera dura, para luego horadar el piso de la segunda planta de la casa y, finalmente, caer sobre la Sra. Hodges.


Lo cierto es que, de no haber encontrado esos "escudos" sucesivos, la dueña de casa no hubiera contado el cuento.
El meteorito fue conservado y aquí se lo puede ver con claridad:



Capítulo aparte merece el destino final del meteorito Hodges (que así fue llamado): ni bien se supo lo ocurrido, la Fuerza Aérea de USA despachó unos oficiales en un helicóptero, que procedieron a llevarse la roca rápidamente (¿tendrían miedo que fuera un resto de OVNI?).

De inmediato, el esposo de la Sra. Hodges contrató abogados e interpuso una demanda para recuperar el meteorito, considerándolo de su propiedad.

Y por si fuera poco, el dueño de la casa donde vivían los Hodges (que eran inquilinos) inició también un pleito para apropiarse de la roca, alegando que los daños causados al inmueble podrían cubrirse con la subasta del meteorito al mejor postor.

Lo cierto es que pasó más de un año para que la Fuerza Aérea devolviera la roca a los Hodges.
Para entonces, la "gran noticia" ya no interesaba a nadie: no hubo ofertas de importancia por el meteorito.

Finalmente, el Sr. Hodges decidió donarlo al Museo de Historia Natural de Alabama, que es quien lo conserva.

sábado, 1 de agosto de 2009

COMBUSTION HUMANA ESPONTANEA


En más de una oportunidad, se han sucedido casos que son catalogados como combustión humana espontánea.

Refieren a episodios donde una persona, sin ninguna causa externa aparente, sufre una combustión que la reduce a cenizas casi en su totalidad, aunque el fuego luego no se propaga apenas más allá de un radio reducido.

Según parece, los primeros casos documentados sucedieron en Francia, en los siglos XVII y XVIII.

Algunos de ellos llamaron la atención circunstancialmente y pueden haber sido mal interpretados: por ejemplo, el caso de un mendigo y alcohólico parisino, cuyo cuerpo se consumió casi por completo (a excepción de unos pocos huesos de los dedos), pero sin embargo la cama de paja donde fue encontrado estaba intacta.

En ese episodio, hay que recordar que quizás la paja estaba húmeda y por ello no ardió, además de que el alcohol que tomaba el mendigo pudo oficiar de combustible apropiado.

Pero eso no explica el caso de la Condesa di Bandi (1731), hallada reducida a cenizas en su cama intacta, sin fuente de ignición o combustible posible cercano.

Lo mismo había sucedido con una mujer llamada Nicole Miller en 1725, encontrada del mismo modo en una habitación donde nada más se quemó y donde no había causa posible.

Durante el siglo XIX hubo varios casos documentados, casi todos ellos de mujeres que se hallaban solas en su casa, sin combustibles o iniciadores de fuego cercanos y donde, una vez más, el desastre quedaba circunscripto a la persona y un radio cercano a ella.

El caso más famoso del siglo XX fue el de la señora Mary Reeser, en el cual me voy a detener un poco.

Sucedió el 2 de julio de 1951 en el poblado de St. Petersburg (Florida, USA). Un mensajero de Western Union se presentó a entregar un telegrama a la Sra. Reeser y, como ésta no contestaba el timbre, se lo dejó a la casera.

Cuando la Sra. Carpenter (que así se llamaba la casera) golpeó a la puerta, tampoco obtuvo respuesta. Pensando que la Sra. Reeser pudiera sentirse mal, tocó el picaporte ya dispuesta a abrir por sí misma, pero tuvo que retirar de apuro la mano: el metal estaba extremadamente caliente.

Asustada, pidió ayuda a unos obreros que estaban pintando una casa vecina. Cuando por fin pudieron ingresar, se les presentó un panorama dantesco:




Un cuerpo reducido a cenizas casi por completo, consumido extrañamente, se hallaba en la habitación. El fuego también había destruído el sillón donde la infortunada mujer se encontraba.

Fuera de eso, la habitación presentaba pocos daños.

La investigación policial derivó en conclusiones quizás apresuradas. Se centraron en el hecho de que la Sra. Reeser solía fumar un cigarrillo en la cama, antes de dormir. Además, la víctima tomaba un somnífero si tenía problemas para conciliar el sueño.

Pero nada de ello encajaba con el momento o el lugar en que sucedió el desastre: a media mañana y en la sala.

La casera declaró que la Sra. Reeser tenía hábitos muy bien determinados: desayunaba temprano y luego se sentaba a tejer en el sillón donde fue hallada (lo que quedaba de ella y del sillón).

Por tanto, la hipótesis del "quedarse dormida en la cama con un cigarrillo encendido" no era muy buena que digamos.



Al caso de la Sra. Reeser le sigue otro bastante similar: en 1957 fue encontrada una señora en su casa de Filadelfia (USA), en circunstancias muy parecidas.

Esta vez, los expertos determinaron que las temperaturas necesarias para consumir de tal forma a la infortunada mujer, debían ser del orden de casi 2000 grados centígrados. Y nunca pudieron explicar por qué quedó intacto el periódico que la persona estaba leyendo en ese momento.

Otros casos de los años '60 marcaron una diferencia: los afectados fueron hombres.
Aunque la tendencia hacia las víctimas femeninas volvió a establecerse con fuerza posteriormente.

No es fácil encontrar una explicación razonable a estos sucesos.

Se ha hablado mucho de un supuesto "efecto mecha", que haría que la grasa corporal sirviera como combustible. Esto ha sido afirmado por varios científicos y, por supuesto, no dudo de su buena fe.

Pero lo que todos parecen olvidar es que, más allá de un combustible apropiado, es necesaria la presencia de un elemento iniciador del fuego, que en muchos casos no existía.

Además, otro elemento extraño es que ninguna de las víctimas logró reaccionar o pedir auxilio de alguna forma, cuando lo lógico sería gritar desesperadamente (vaya que sí) si uno está en ese problema.

Un dato más, para los curiosos: carbonizar un cuerpo en un horno crematorio demanda bastante tiempo y mucha temperatura (además de que se trata de un ambiente controlado, donde el fuego no se expande). Aún así, hay un remanente de huesos que debe ser tratado si se pretende reducirlos a cenizas.

Por lo tanto, todo este asunto es de muy difícil explicación.

UN GUIA INFALIBLE


Es imposible imaginar lo que pasó por la cabeza del primer ser humano que, viendo el mar, lo imaginó como un camino en vez de un obstáculo.
Lo cierto es que la navegación debe ser casi, casi, tan antigua como la Humanidad.

Y el buen navegante debe contar con buenos mapas, porque los peligros que le acechan son muchos: rocas, bajíos, bancos de arena y otras varias posibles causas de desastre.

Además, los puertos y zonas riesgosas suelen contar con personal especializado que oficia de "piloto" y guía para los buques.

Les voy a contar la historia de uno de estos expertos, que se llamó "Pelorus Jack".




La zona del estrecho de Cook (Nueva Zelanda) tiene varios puntos de peligro para los navegantes. En uno de ellos, presente en la ruta de Wellington a Nelson, solían producirse problemas.

Un buen día de 1888, un buque estaba recorriendo con suma prudencia el lugar, cuando apareció una marsopa (cetáceo un poco más pequeño que el delfín común), que al parecer intentaba llamar la atención de los marineros.

El capitán del barco observó los movimientos del animal y decidió seguirlo, logrando atravesar el peligroso paso sin dificultad.

Se había cumplido la primer jornada laboral de "Pelorus Jack" (nombre que le dieron los lugareños a la marsopa), que de allí en más aparecería cada vez que un barco (a la ida o a la vuelta) debía surcar las aguas del Paso Francés, estrecha y peligrosa vía de agua entre la isla D'Urville y tierra firme.



Para quienes piensen que todo fue una casualidad o un episodio aislado, les aclaro que el animal se hizo presente para cada barco que surcó el Paso Francés durante los siguientes 24 años.
Con una sola excepción, que detallo a continuación:

Un día de 1903, Pelorus Jack estaba finalizando su tarea para el buque "Penguin", cuando un pasajero borracho le disparó y acertó en el lomo (como verán, la imbecilidad del ser humano es una constante).

La marsopa dejó de ser vista y se temió (no sin razón) que hubiera muerto. Pero a los catorce días apareció nuevamente y retomó su actividad de siempre, para todos....menos para el buque "Penguin", al cual nunca más guió.



Los marineros suelen ser considerados gente supersticiosa, pero por lo general, todos los presagios y malas señales que ellos respetan, se cumplen (véase un caso montevideano aquí).

Lo cierto es que el "Penguin" fue etiquetado como barco maldito y no era fácil conseguir tripulación para él, después de ese episodio.
Y pasó lo que tenía que pasar: un día que intentó recorrer el paso sólo con guías humanos, su casco chocó contra unas rocas poco profundas, terminando por hundirse el buque.

Y tanto los lugareños como los marineros exigieron protección legal para Pelorus Jack: créase o no, el Concejo de Wellington aprobó una resolución por la cual se prohibía causar cualquier daño a la marsopa (lo menos que podían hacer, digo yo).



A la larga, la marsopa envejeció y un día no acudió a la cita. Nunca se supo qué causó la muerte de Pelorus Jack, quizás simplemente se trató de causas naturales. Lo cierto es que en abril de 1912 fue visto por última vez.

No faltará quien diga que la conducta de este animal era simplemente "instintiva", porque consideran que los humanos somos los únicos seres inteligentes y con conciencia (ya me explicarán entonces por qué el mundo es un desastre, pero eso es otra historia).

Lo cierto es que Pelorus Jack se convirtió en figura de esa comunidad. Y con una tarea muy importante, que cumplió fielmente.
(Más de lo que puede decirse de muchos humanos)