sábado, 30 de junio de 2012

DETRÁS DEL ANTRAX



Ya nadie se acuerda muy bien de estos sucesos que voy a traer a colación. Sucede que la idea actual de "estar informado" pasa por ser blanco del bombardeo mediático donde todo es igual de importante... o de banal.

Los medios hablan de una matanza o de un partido de fútbol o de los líos de los famosos con igual tono, igual énfasis, igual importancia. Todo es lo mismo y, peor aún, todo debe ser sustituído por otra cosa "fresca" al día siguiente. Que Dios nos ampare si mañana no hay otra matanza, otro partido de fútbol u otra pelea de famosillos, porque entonces... capaz que tenemos que llegar al fondo de algún asunto, de UNO aunque más no sea. Y no creo que estemos preparados para eso.

La historia que les traigo arranca una semana después de la destrucción de las Torres Gemelas. Estados Unidos se encaminaba hacia una guerra y las medidas de seguridad estaban en su punto más alto. El FBI ya había sido acusado de ineptitud y ahora prefería pecar de excesivo en vez de laxo.
Pero entonces pasa algo impensado.



Una serie de cartas conteniendo amenazas entre macarrónicas y telegráficas, son recibidas en principio por periódicos (New York Post, National Enquirer) y empresas de medios (ABC News, CBS y NBC). Además de las increíbles "notas terroristas", los sobres contienen un extraño granulado marrón que resulta ser ántrax. Varias personas resultan infectadas.

Los días pasan y los dolores de cabeza del FBI aumentan. El servicio postal de EE.UU. colapsa, las falsas alarmas crecen en forma exponencial, el miedo de la gente aumenta.
Entonces sucede otra cosa aún más extraña: se reciben nuevas cartas contaminadas, pero esta vez en despachos de senadores del Partido Demócrata.

Lo peculiar de estos envíos es que los "terroristas" parecen estar muy desnorteados al elegir sus blancos. Precisamente, los senadores Tom Daschle y Patrick Leahy son quienes, en ese momento, se presentan reacios a la aprobación de la USA Patriot Act, ley que recortaría los derechos civiles para permitir al Estado ejercer un mayor control e investigación de sus ciudadanos.

Pero surge algo aún más incómodo cuando se analiza el contenido de las cartas:



Resulta ser que esta vez, el ántrax contenido en los sobres es de naturaleza muy distinta al de las primeras misivas. A diferencia del granulado marrón, encuentran aquí un gramo de esporas de un polvo altamente refinado. No era cosa de aficionados.

Entretanto, en público, tanto el presidente Bush como su vicepresidente Cheney implicaban a la organización Al Qaeda en los ataques con ántrax. Y en privado, presionaban al director del FBI para que encontrase las pruebas de esa autoría. Sin embargo, el hombre estaba muy lejos de poder vincular ambas cosas.

Pasarían casi siete años de idas y vueltas hasta que el FBI se avivase de una triste cuestión: el ántrax había salido de laboratorios militares de USA.



Un poquito lejos de la hipótesis presidencial, ¿no? Pero bueno, cualquiera puede equivocarse.
Descubierto eso, había que arriesgar alguna hipótesis creíble, lo cual no era nada sencillo.
Por esa época ya eran muchos los críticos que atribuían los sucesos del 9/11 a una operación interna, así que esto del ántrax salido de entrecasa complicaba mucho las cosas (que se sepa, los terroristas islámicos no tienen llave de los laboratorios militares estadounidenses).

Entonces apareció la "solución", bajo la forma de este hombre: Bruce Ivins.



Bruce Ivins era un biólogo que había trabajado para el ejército de USA por espacio de casi treinta años. Gran parte de su trabajo era clasificado y, en particular, había colaborado durante años con el FBI para encontrar al culpable de los ataques con ántrax.

Ya sé lo que usted está pensando: que Bruce Irvins se mandó una jugada maestra y descubrió al culpable. Pero no. Cuando dije que este hombre había sido la solución al asunto, lo dije literalmente: el tipo fue señalado como culpable de los ataques.

En menos que canta un gallo, se descubrió que Bruce "podía" haber robado el ántrax del laboratorio, "podía" haber enviado los sobres y "podía" haber ocultado las pruebas. Demasiados "podía" y pocos hechos, me dirá usted. Pero entonces llegó la "prueba definitiva": el perfil sicológico e ideológico elaborado por el FBI.

Como el pobre tipo posaba de cristiano puro y duro, ya en eso vieron los investigadores un claro indicio de odio al Islam. Por tanto, habría realizado los ataques para implicar a terroristas islámicos.
(Muy interesante, pero entonces: ¿por qué atacó a dos congresistas que estaban EN CONTRA de la guerra?).

Otro "indicio" era que Bruce tenía un apartado de correos secreto. Cuando le preguntaron el porqué, el tipo se tuvo que sacar la careta y confesó que lo usaba para recibir pornografía. Pero no les convenció la respuesta.
Y el mazazo final llegó con el descubrimiento de 68 cartas en casa del biólogo, cuyo texto... nunca fue dado a conocer.

La cuestión es que con "todo eso" en su contra, Bruce iba a ser acusado y detenido. Pero, miren lo que son las cosas, el tipo apareció muerto. Suicidio, dijo el forense. Y punto final al asunto, he ahí al culpable.
Todo muy vidrioso para mi gusto.

No creo que Bruce Irvins fuera, lo que se dice, un incauto. Pero estoy seguro de que le colgaron el sambenito y la quedó. Peor aún, ni siquiera era la primer elección para encontrar un chivo expiatorio.
Antes de acusar a Bruce, el FBI ya había ido tras un tal Steven Hatfill, también biólogo, también experto en armas biológicas, también contratado por el ejército.



Pero Hatfill olió lo que se tramaba, sobre todo cuando la prensa empezó a publicar datos malintencionados y erróneos sobre su vida, actividades y trabajo (facilitados por el FBI).
Puso el grito en el cielo y lo hizo públicamente: demandó a varios medios y al gobierno, lo cual resultó en diversos juicios.

Los jueces terminaron por darle la razón y ganó las demandas. En particular, se supo que el gobierno federal le tuvo que pagar casi seis millones de dólares por los daños y perjuicios causados.

Distintos fueron, seguramente, los procedimientos aplicados cuando el FBI fue tras Irvins. Que tuvo una suerte muy diferente...

miércoles, 27 de junio de 2012

OTRO PROBLEMA PARA LOS ARQUEÓLOGOS DEL FUTURO



"NO FUMAR MÁS ALLÁ DE ESTE PUNTO", dice el cartel, que probablemente sea el más irónico de todo el mundo. ¿Por qué? Porque tras esa puerta está uno de los sitios más siniestros e increíbles que hayan existido: un silo de lanzamiento de misiles nucleares.

Comprenderán que fumar o no fumar allí, es el menor de los problemas. Si cualquiera de los misiles que poblaban ese lugar hubiera sido lanzado, nuestra salud se hubiera visto desmejorada por algo más dañino que un accidente de fumador: una guerra nuclear.

Los misiles balísticos intercontinentales fueron, desde su aparición, la estrella de los arsenales. Combinan un arma devastadora (las bombas termonucleares) con un "medio de entrega" infalible (el cohete). Pronto crecieron como hongos los sitios de lanzamiento en varios países, al punto que el número de misiles existente llegó a ser suficiente como para devastar tres veces el planeta.

Después de varios tratados entre los EE.UU. y la U.R.S.S., así como algunas convenciones internacionales, su número se redujo. Por tanto, muchos fueron desmantelados y los silos que los contenían fueron abandonados varias décadas atrás.
Esos sitios se convirtieron entonces en lugares de visita de exploradores urbanos. Veamos algunos:



¿Qué parece mostrar la foto anterior? Construcciones de alguna antigua cultura, quizás. Pero sería un verdadero rompecabezas para los arqueólogos del futuro (terrestres o no) si no tuvieran mayor información al respecto: se trata de ruinas de silos de lanzamiento de misiles Titán, en Arizona.

Veamos otra imagen:



Aquí las especulaciones pueden ampliarse. Lo que vemos podría interpretarse como la puerta a un templo subterráneo. O quizás la entrada de una tumba real.
Pero en realidad es la entrada de un complejo soviético de lanzamiento de misiles, la base de Eleja.
En su interior, nada le aclará al arqueólogo del futuro acerca del propósito del sitio: tras la retirada de los misiles y las tropas, todo el equipamiento fue desmantelado por los pobladores de la zona, que lo reciclaron y aprovecharon como pudieron.

Vamos a ver otra foto:


Ese domo podría ser interpretado de varias maneras por un arqueólogo del futuro. Una vez más, el pobre tipo no encontrará en el interior nada que le ayude a descifrar el uso de este sitio: todo ha sido desmantelado por visitantes no autorizados.
Pero lo que se ve realmente es la base de misiles de Plokstine (Lituania), que posee un extraño récord: mientras fue operativa, jamás fue descubierta por los satélites o aviones espías de USA.

Sigamos viendo imágenes, pero ahora de los interiores de estos tétricos sitios:



Un silo vacío (en este caso, de Plokstine) no es nada más que una cavidad de 27 metros de profundidad, altura de un edificio de ocho pisos. Desafía la capacidad de interpretación para cualquiera que no sepa lo que había aquí.



La vista de las sucesivas estancias del lugar no ayudará mucho al espectador. Aberturas sin sentido, paredes con agujeros sin propósito aparente.



En otros casos, como los silos se han inundado en todo o en parte, pudieran parecer reservas de agua para el despistado arqueólogo futuro.



Estos extraños corredores no tienen nada que envidiar a los del interior de las grandes pirámides egipcias. Nuestro arqueólogo del futuro quedaría mudo e intrigado.



Y llegado a este punto, el hombre dudaría de si estas instalaciones no habrán sido una cárcel o un manicomio, con celdas a cada lado del pasillo.



El hallazgo de este enorme busto dejará un poco más contento al arqueólogo futuro. Imaginará que representa a un dios del pasado lejano (mientras tanto, si escuchase eso, Lenin se revolvería  en su tumba seguramente).

En fin, como que con el paso de los siglos todo está sujeto a peligrosas interpretaciones. Por eso, cuando los arqueólogos escarban y escarban en sitios donde existieron civilizaciones poco menos que olvidadas y mal documentadas... en fin, yo siento un cierto resquemor.
Al fin y al cabo, son colegas de los que un día dijeron que Troya era una ciudad mítica y después Schliemann (un aficionado, al fin) la encontró y les puso la tapa.

¡Cuántas cosas que no conocemos deben haber quedado bajo las arenas del tiempo!

domingo, 24 de junio de 2012

¿MARKETING CON ZOMBIS?



En el post anterior vimos un caso donde, a fin de vender una finca, el agente inmobiliario certifica que no está embrujada.
En este caso, en cambio, una empresa de venta y reparación de lanchas añade una virtud extra a su producto:

"Los zombis no pueden nadar. Tenga una lancha."

No hay dudas de que el aviso logra captar la atención y ser comentado. Y como supongo que esa es la base de la publicidad, resulta válido. Por lo visto, en USA debe estar muy difícil la venta de inmuebles, de lanchas y quizás de muchas cosas más. Y de alguna manera hay que llamar la atención.

Es eso, o bien los vendedores de lanchas saben algo que no sabemos...

sábado, 16 de junio de 2012

NO NOS INTERESA



La imagen anterior es real. Muestra uno de los clásicos carteles tipo "SE VENDE" del mercado inmobiliario de USA, poco movidito en los tiempos que corren.
Pero éste tiene algo distinto: anuncia que la casa "no está embrujada".

No sé si es un truco marketinero o una simple verdad, pero me parece que el anuncio es contraproducente.

En este blog, por lo menos, si la casa no está embrujada no nos interesa.

miércoles, 13 de junio de 2012

ROBAR UN BANCO SIN MOVERSE DE CASA



Lejanos quedan los tiempos del salvaje Oeste, cuando los pistoleros se abrían camino a tiros, robaban la caja fuerte del banco del pueblo y la abrían con dinamita. Luego, el sheriff formaba una partida para detener a los forajidos, también a tiro limpio.

Ahora, con toda la tecnología disponible, las cosas son más sencillas... para los ladrones, claro.
Por lo menos, eso es lo que afirma un señor iraní de nombre Khosrow Zarefarid, quien un buen día descubrió una vulnerabilidad en el sistema informático de la banca de su país.
Para probar sus dichos, el buen Khosrow recopiló las contraseñas de mil cuentas bancarias (con las cuales hubiera podido hacer cualquier transacción) y las adjuntó a una carta que envió a las autoridades correspondientes.

Pasó un año... y nadie hizo nada.

Entonces, el amigo Khosrow decidió hacer una jugada más grande. Esta vez recopiló datos y contraseñas de tres millones de cuentas bancarias, con sus PINs correspondientes. Y lo subió todo a un blog.



Pensarán ustedes que se armó la de San Quintín. Pero ni tanto.
De los veintidos bancos afectados por el asunto, apenas tres se dignaron enviar mails a algunos clientes sugiriendo que cambien sus PINs. Y el Banco Central Iraní se movió un poco más: publicó un comunicado anunciando que varias cuentas habían sido hackeadas y que los clientes debían cambiar sus PINs.

Tampoco se interesó en el tema la Policía iraní. Desde el momento en que Khosrow no robó ni un céntimo de las cuentas bancarias, las fuerzas del orden siguieron durmiendo en sus escritorios patrullando y arrestando maleantes.

O sea:  es una suerte que el tipo sea honesto. Pero ¿y si no lo hubiera sido? Imaginen lo que es tener la potestad de realizar transferencias desde tres millones de cuentas. O vaciarlas directamente.
Y todo en forma cibernética, sin moverse de casa como quien dice.

En fin, ya ni los ladrones de bancos son como antes...


sábado, 9 de junio de 2012

SE FUE RAY BRADBURY



El notable escritor falleció este mes a los 91 años en Los Angeles, ciudad donde residió la mayor parte de su vida.
Había nacido el 22 de agosto de 1920 en Waukegan (Illinois), pero su familia se mudó pronto a Tucson (Arizona) por motivos laborales. Cuando la Gran Depresión arrasó con los Estados Unidos, los Bradbury se afincaron en Los Angeles en 1934.

Ray se graduó en secundaria en 1938 y, si bien era un joven con inquietudes intelectuales, no pudo asistir a la universidad por motivos económicos. Tomó entonces el camino de todos los autodidactas a lo largo de la Historia, formándose a sí mismo a través de lecturas.

La escritura se manifestó como una vocación persistente y pronto comenzó a producir relatos cortos de ciencia-ficción, formato muy adecuado para la publicación en revistas del género, que por entonces conocían un primer auge.
En 1941 vendió un cuento llamado "Pendulum" a la revista "Super Science Stories". No es oficialmente el primer relato publicado de Ray, pero sí el primero por el cual cobró dinero.




Para 1943 y 1944 ya se puede decir que Ray es un escritor profesional, pues sus cuentos aparecen en las revistas de ciencia-ficción de mayor tirada en Estados Unidos, como era por entonces "Weird Tales" y también en  "Best American Short Stories", que abarcaba géneros variados.




Un día de 1946, Ray acudió a una de sus librerías favoritas para encargar un libro. Pero resultó ser que en la librería había una empleada nueva, que se llamaba Maggie y que pronto le hizo olvidar a Bradbury de todo.
Charlaron, congeniaron, comenzaron a salir y se enamoraron perdidamente. Se casaron al año siguiente y permanecieron juntos toda la vida.

Pero 1947 no sólo fue importante para Ray por el matrimonio, sino que también representa el año en que empezó a hacerse conocido, a tener un nombre en el mundillo literario. Esto fue gracias a la publicación de una serie suya de cuentos, titulada "Carnaval Negro".
Pero sería tres años más tarde cuando llegó la consagración definitiva, con la publicación de una de sus obras maestras: "Crónicas marcianas".



Este libro reúne una serie de relatos, algunos de los cuales ya habían aparecido en revistas del género.
Abarcan en su trama un orden cronológico que va desde 1999 hasta 2005, con un abrupto salto hacia el año 2026 en los tres últimos (posteriores ediciones del libro agregarían diversos cuentos al original).

El denominador común de los cuentos es la colonización de Marte por parte de los terráqueos, aunque el fuerte de los relatos está en otra parte: desnuda duramente a la sociedad estadounidense de la época y retrata muchos temas recurrentes en la historia humana.

El libro tuvo una recepción extraordinaria por parte del público y se convirtió en un clásico de la ciencia-ficción. La primer edición en castellano atrapa desde el prólogo, escrito por otro genio: Jorge Luis Borges.

Sin embargo, si bien fue el cimiento de la fama y el reconocimiento para Bradbury, a "Crónicas marcianas" le faltaba algo esencial: unidad. Recordemos que nació como recopilación de relatos que, en gran parte, eran preexistentes y no habían sido pensados por el escritor como un conjunto cuando los escribió (salvo los que creó expresamente para el libro).
Pero entonces, cuando quizás otro escritor hubiera sufrido una crisis de confianza, Ray sacó de la manga tres libros que ya desearían muchos haber escrito: "El hombre ilustrado" (1951), "Las doradas manzanas del sol" (1953) y el absolutamente extraordinario (para mí) "Fahrenheit 451" (1953).






"El hombre ilustrado" fue concebido de forma parecida a "Crónicas marcianas". Se trata de relatos que, nuevamente, en algunos casos ya habían aparecido con anterioridad. Pero esta vez hay un relato que sirve de marco temático para el conjunto y, además, hubo reescritura de varios cuentos para que encajaran en el todo.

"Las doradas manzanas del sol" reitera la fórmula: son esta vez treinta y dos cuentos cortos. El nombre de la compilación lo da uno de esos relatos, que a su vez toma el título de una frase contenida en un poema de W. B. Yeats:

"Aunque estoy viejo de vagar
A través de tierras vacías y de tierras montañosas,
Descubriré a dónde ella ha ido
Y besaré sus labios y tomaré sus manos;
Y caminaré entre el cálido, largo y moteado pasto,
Y desplumaré hasta que se hagan el tiempo y los tiempos
Las plateadas manzanas de la luna,
Las doradas manzanas del Sol."


Llegaría entonces un cambio, un hito: una novela en el mundo de un creador de cuentos.
"Fahrenheit 451" trata acerca de la vida de un bombero, pero no se trata de un bombero como los que conocemos: no apaga incendios, sino que los inicia.

En el futuro imaginado por Bradbury está prohibido tener o leer libros, de modo que existen brigadas de "bomberos" que queman libros y las casas donde estos son ubicados. El protagonista, al principio, cumple con su tarea sin chistar. Pero luego, diversas situaciones y el conocimiento de diferentes personas le hacen repensar absolutamente todo. Recomiendo este libro ampliamente.

La obra de Bradbury continuaría con docenas de títulos que superan ampliamente las posibilidades de ser reseñados en este post. Y no sólo  dentro de la ciencia-ficción, sino que incluyen obras de teatro, ensayos, guiones televisivos y cinematográficos, obras poéticas, etc.



Cuando cumplió ochenta años, le preguntaron cómo era un día común para él. Y la respuesta lo pinta de cuerpo entero:

"La gran diversión de mi vida es levantarme por las mañanas y correr a escribir, porque se me ha ocurrido alguna idea nueva. Todo parece estar igual que cuando tenía doce años"

¿Será que el hombre gustaba de su oficio?