jueves, 30 de septiembre de 2010

UNO EN MIL


La Feria de Tristán Narvaja es un paseo dominical que atrae a muchos montevideanos y no pocos visitantes de otras partes. Allí, prácticamente, se puede encontrar cualquier cosa a la venta.

Son muchos los cuentos y leyendas urbanas sobre las transacciones que se realizaron en ese lugar.
En particular, yo mismo asistí a uno de esos sucesos extraños, como ya conté por aquí en El Area 51.
Pero lo que voy a contarles hoy es bastante más raro que esa anécdota juvenil.

Según parece, corría el año 1987 cuando un pequeño empresario de nombre Roberto, descubrió que su socio de negocios lo había estafado, al punto de dejarlo prácticamente en la ruina. Para cuando se avivó, su modesto local y su casa (que eran lo único que tenía) estaban por ser rematados en cualquier momento.

Después de golpear muchas puertas, cayó en cuenta de que ya no tenía a quien acudir. Se sintió profundamente avergonzado, porque su padre había manejado ese mismo negocio por espacio de cuarenta años y ahora él estaba por perderlo y perderse a sí mismo.
Pensó qué hubiera hecho el viejo en esa situación, pero no dio con la respuesta. Ni podía formularle la pregunta, porque su padre había fallecido años atrás.

Al fin, después de muchas cavilaciones, cayó en un sueño profundo. Y en sueños fue que se le apareció su viejo, contestando en forma extraña a su pregunta.

"Lo que yo haría, hijo, es no darme por vencido. Sos una buena persona, sos uno en mil. Y esa va a ser la respuesta a tus problemas: uno en mil, uno en mil."

Roberto despertó sobresaltado, pensando en los juegos extraños que nos hace la mente cuando estamos estresados y fatigados. "No me va a servir de mucho eso de ser uno en mil", se dijo a sí mismo.
De todas formas, estaba decidido a no prolongar la agonía de sus problemas financieros: vendería sus muebles y pertenencias personales, compraría un pasaje a Australia y recomenzaría de alguna forma allí (donde una vez había vivido y tenía algunos contactos y conocidos).

Ya era media mañana del domingo. Roberto puso en un bolso un reloj de mesa y un tintero de escritorio que estaban en su casa desde que era un niño. Conocía a un anticuario que le daría una genuina idea del valor de esas pertenencias, fuesen chucherías o antiguedades.
¿Dónde? En la Feria de Tristán Narvaja.


Ya en la feria, Roberto la fue recorriendo a paso lento, encaminándose al local del anticuario.
De tanto en tanto, atraído por algún puesto al azar, se detenía a observar lo que allí se ofrecía en venta, repitiendo sin saberlo una costumbre propia de los mercados persas.

De pronto, un objeto en especial llamó su atención: un arma.
Roberto nunca había tenido armas y, no sólo no le interesaban, sino que las detestaba por considerarlas peligrosas en un hogar.
Pero hubo algo más fuerte que él, una sensación extraña que le obligó a detenerse y contemplar con cierta admiración un rifle añejo que parecía haber conocido épocas mejores.


El vendedor, viejo zorro, al notar el interés de Roberto, tomó la pieza y se la acercó. Si un objeto nos gusta, el tenerlo en las manos fomenta su compra.
Pero Roberto venía a vender lo poco que tenía, no a comprar. Así que, ya estaba por murmurar una excusa y alejarse, cuando notó una inscripción extraña en el arma:


"1 of 1000", "uno en mil".....¿podía ser que dijera eso la inscripción?
Para mayor claridad, ya con el rifle en sus manos, Roberto lo giró y vio algo que lo dejó mudo:



"One of One Thousand", "Uno en mil", ya no quedaba duda de que el mensaje del sueño se repetía en la realidad.
Y probablemente el vendedor interpretó como disgusto lo que en verdad era asombro, porque tiró un precio y luego otro más bajo y otro más, buscando que su posible cliente comprase el arma. Pero Roberto había quedado callado, no por ánimo de regatear sino por tratar de entender el significado de aquella inmensa "casualidad".

Al fin hizo algo que la lógica de su situación desaconsejaba por completo: sacó el poco dinero que tenía en su bolsillo y compró el arma, un arma que no le gustaba, sólo por la inscripción que tenía.
El vendedor, más que contento, acondicionó el cacharro con hojas de diario y una bolsa.

Roberto apuró el paso y llegó al fin al local del anticuario. Su mala racha parecía continuar, porque su conocido no necesitó examinar demasiado el reloj y el tintero para concluir que no tenían valor alguno.

"¿Y qué más trajiste?", preguntó el anticuario señalando el paquete de la "compra impulsiva".

Ahí fue donde Roberto, disgustado consigo mismo, le relató todo el episodio y acabó por mostrarle el dichoso rifle, pensando que su conocido se reiría a más no poder.

Pero no fue así. El anticuario abrió los ojos como platos y pidió que le repitiera cuánto había pagado por el arma. Acto seguido, le ofreció sus servicios y le aclaró el panorama:

Los rifles Winchester del tipo "uno en mil" datan de 1873 y de 1876, siendo armas extraordinariamente raras y extensamente valoradas por los coleccionistas.
En particular, del modelo de 1873 apenas se fabricaron unos 133 y valen su peso en oro.
Para el protagonista de esta historia, eso significó hacerse de unos ciento treinta mil dólares, ya descontada la comisión del anticuario y tomando en cuenta los cincuenta dólares aproximados que pagó por el rifle.

Eso le permitió salvar su casa y su negocio, trabajar una década más y luego retirarse en la lejana Australia.

Así como me lo contaron a mí, se los cuento a ustedes. ¿Será una leyenda urbana más? Puede ser, puede ser...

lunes, 27 de septiembre de 2010

UN CASO PARA KOJAK


Corría el año 1957 y faltaba bastante para que el recordado actor Telly Savalas adquiriera fama con su personaje de Kojak, el pintoresco detective de la TV.
Por aquel entonces, Savalas estaba vinculado a otro medio popular: la radio. Pero no era famoso ni mucho menos.

En la noche del 27 de febrero llovía a cántaros, mientras Savalas conducía rumbo a la casa de su primo en Long Island (Nueva York). De pronto, ya fuese por imprevisión o mala fortuna, el coche se detuvo al quedarse sin nafta a mitad de camino.
Supongo que el actor debe haber echado unas cuantas palabrotas (no sé si en inglés o en griego), ante la perspectiva de tener que caminar bajo lluvia cerrada hasta la estación de servicio más próxima.

Pero justo cuando estaba por emprender el camino, otro auto se detuvo junto al suyo. Un Cadillac negro, totalmente impecable, había aparecido sin que Savalas lo hubiera notado antes.


El conductor del Cadillac bajó la ventanilla y le preguntó si tenía problemas con el auto. Cuando el actor relató el percance, el hombre se ofreció a llevarlo y traerlo de regreso de la estación de servicio.

Savalas dudó un poco, pero el buen samaritano no parecía precisamente un asaltante. De traje impecable y buenas maneras, además de conducir un auto caro, más bien parecía alguien de clase. Y no pasaban otros coches por el camino, así que las dudas se disiparon.

Cuando llegaron a la estación de servicio, Savalas se dio cuenta de un incómodo detalle: había olvidado su billetera en casa. De alguna forma, el extraño se dio cuenta del percance y le insistió en pagar de su bolsillo la nafta.
El actor se sintió avergonzado, pero no tuvo más remedio que aceptar. Sin embargo, fue inflexible con algo: sólo tomaría el dinero en calidad de préstamo. Por ello, solicitó al hombre que le dijera su nombre y un teléfono para comunicarse. Recién cuando anotó esos datos, aceptó la plata.

Al día siguiente, Savalas llamó al teléfono que le dio el hombre y, atendido por una dama, pidió con él.
Surgió una notoria incomodidad en la señora, que preguntó por qué buscaba a esa persona. Y el actor le dijo que deseaba pagarle un pequeño dinero que le debía por pagarle la nafta para el coche.

Ante ello, la señora le pasó una dirección y Savalas le dijo que se presentaría al día siguiente, cosa que hizo.
Le abrió la puerta su interlocutora, a la cual reconoció por la voz. La dama lo hizo pasar y el actor supo enseguida que estaba en la dirección correcta, porque una foto del hombre lucía sobre una mesa.

Pero no estaba preparado para lo que vino a continuación.

Antes que Telly pudiera explayarse, la señora le agradeció la buena actitud de "pagar una deuda vieja que nadie iba a reclamarle". Y como el actor no atinó a decir nada, la dama continuó hablando:

"Pensar que ya hace tres años que murió mi marido y usted recordó aún un préstamo que él le hizo en alguna oportunidad. Su proceder es muy noble."

Telly quedó sin habla, pero se arrimó a la foto y la estudió con detenimiento. No sólo era el mismo hombre, sino que vestía el mismo traje. Y la viuda pareció adivinar su pensamiento, porque le comentó que ese era el traje favorito de su esposo, con el cual lo habían enterrado.

Savalas cumplió con la deuda que tenía y se despidió de la mujer. Pero no se quedó con la intriga.
Hizo una serie de averiguaciones y, por extraño que parezca, todos los datos vinieron a corroborar la historia: el buen samaritano había fallecido tres años antes de la noche en que le auxilió en medio de la lluvia.

Un caso que ni Kojak podría resolver.

viernes, 24 de septiembre de 2010

EL GRAFFITI DE UN VIAJERO


La localidad de Owensville (Indiana, USA) es bastante tranquila en la actualidad, con apenas unos 1.300 habitantes. Es el típico sitio donde todos se conocen, donde cualquier suceso fuera de lo común, por minúsculo que sea, pronto se sabe.

Así era también en 1939, cuando un extraño con un morral fue visto recorriendo a pie las calles, en la madrugada del 7 de diciembre. El hombre no era un lugareño, según manifestaron quienes lo vieron. Además, era obvio que no se orientaba del todo bien en el pequeño pueblo: se detenía en cada esquina y parecía dudar sobre qué direccíón tomar.

Finalmente, pareció encontrar lo que buscaba: apuró el paso al divisar el edificio del colegio secundario.
Nadie más le prestó atención, pensando que sería algún nuevo granjero que quería anotar a sus hijos para que estudiasen. Pero se equivocaban.

Cosa de una hora después, cuando los profesores y los chicos comenzaron a arribar al colegio, se encontraron con algo realmente fuera de lo común: ante la entrada del secundario, alguien había pintado en la vereda un graffiti con enormes caracteres:

"REMEMBER PEARL HARBOR"

En realidad, la frase "Recuerden Pearl Harbor" no tenía significado alguno para nadie. Pearl Harbor era un lugar situado en Hawai, por cierto bastante lejos de Owensville.
De todas formas, el suceso fue muy comentado. Por aquel entonces, las pintadas y el vandalismo no eran moneda común, así que las chismosas del pueblo lo pasaron en grande.

Y el asunto del "vándalo" desconocido hubiera sido olvidado con el tiempo, sustituído por otros cotilleos.
Salvo que un par de años más tarde, pasó algo terrible que lo trajo al tapete nuevamente:



La gente de Owensville recordó rápidamente el graffiti, cuando la lejana base de Pearl Harbor fue atacada por aviones japoneses, causando la destrucción de gran parte de la flota de guerra de los EE.UU. y el ingreso de ese país en la Segunda Guerra Mundial.
¿Y cuándo sucedió eso? Pues el 7 de diciembre de 1941, exactamente en el segundo aniversario de la pintada misteriosa.

Pero lo más extraño de todo aún estaba por llegar.

Cuando el Pentágono comenzó a preparar sus recursos para la guerra, las oficinas de propaganda idearon diversos slogans para difundirlos y levantar la moral del país luego del ataque japonés.
Hubo uno en particular que fue rápidamente aceptado por la gente y "pegó" positivamente en las mentes, siendo ampliamente difundido en anuncios, revistas y programas radiales.
Aqui se los muestro en un poster:


"Recuerden Pearl Harbor", la frase del misterioso graffiti casi olvidado, volvía a estar presente, pero esta vez con un sentido bien claro.

Cabe preguntarse: ¿quién era el hombre misterioso que anticipó todo esto?, ¿por qué apareció en la diminuta localidad de Owensville?, ¿con qué propósito buscó el edificio más público de todo el pueblito y dejó su advertencia pintada allí?

Ya tuvimos oportunidad por aquí de dar noticia de un posible viajero del tiempo en una foto de 1940.
¿Será acaso la misma persona que en 1939 andaba recordando algo que (para los demás) aún no había sucedido?

martes, 21 de septiembre de 2010

DEJÁ PASAR LA CAJA


Verdaderamente, tenía muchas ganas de ver "The box" (La caja), más que nada por genuina curiosidad.
Por un lado, me preguntaba cómo era posible que alguien, a partir de un cuento bastante breve de Richard Matheson ("Button, button") terminara con el guión necesario para un film de casi dos horas de duración.

Por otra parte, tenía la morbosa curiosidad de saber cómo se desempeñaría Cameron Díaz fuera de una de sus habituales comedias (qué malo soy).

El resultado estuvo lejos de lo que esperaba, porque la película no me gustó y la actuación de la Díaz me pareció correcta, sin embargo.


El argumento inicia con una familia común y corriente, compuesta por el matrimonio de Norma (Cameron Díaz) y Arthur (James Marsden), junto a su hijo. La acción transcurre en el año 1976.
Arthur trabaja en la NASA y Norma ejerce como profesora. La plata no les sobra y, por el contrario, amenaza con faltarles: ella es despedida y él rechazado en su postulación como astronauta.

De pronto, un suceso extraño se les presenta: un extraño (compuesto por el extraordinario actor Frank Langella) aparece con una caja y una propuesta inusual.
¿En qué consiste? En dejarles la caja durante 24 horas y darles un millón de dólares si deciden pulsar el botón rojo que se ve en ella. Pero a sabiendas de que, si lo hacen, un extraño morirá.


Lo que parece un tonto juego o una mala broma, pronto toma otra dimensión en el entendimiento de la pareja. Comprenden que cabe la posibilidad de que, lo que el extraño hombre dijo, sea verdad.
Y se inicia allí un dilema moral, tal como en el relato original de Matheson.

¿Pulsarán el botón? ¿Se beneficiarán de la muerte de un desconocido? ¿Qué consecuencias habrá?
Finalmente, Arthur se muestra reacio a considerar siquiera el hacerlo. Pero Norma pulsa el botón casi sin miramientos.
Y el extraño cumple con lo pactado, entregando el millón de dólares tal como prometió.


Hasta aquí, la película es entretenida y tiene su buena cuota de misterio (sea que usted haya leído el cuento de Matheson o no). Pero cuando llega el momento de empezar a entender las consecuencias de la decisión tomada por Norma, el fim se viene abajo casi por completo.

Lo que en el relato original se resuelve en unos párrafos, aquí hay que cambiarlo y estirarlo y estirarlo y estirarlo. Y de tanto estirarlo, queda bastante soso y aguado.

La segunda hora del film tiene sus momentos de confusión, donde uno ya no sabe si el personaje de Langella es un científico loco, un  invasor extraterrestre o un enviado de Dios o del Diablo. Hay un montón de amagues y queda en evidencia, eso sí, que tanto el director como el guionista vieron "Body snatchers" (Usurpadores de cuerpos) en más de una ocasión.

Destaca Frank Langella, como ya dije, componiendo al oscuro Arlington Steward. Y Cameron Díaz muestra que, si quiere, puede actuar. Pero con eso no levantamos el asunto.

Calificación: dos "la hora, juez"


sábado, 18 de septiembre de 2010

¿PELICULAS MALDITAS?


"Poltergeist" fue una trilogía de películas de terror, cuyo argumento se basaba en una familia (los Freelings) común y corriente que, de pronto, asiste casi impotente a fenómenos paranormales que suceden en su casa y afectan a todos, pero principalmente a sus hijos.

La palabra poltergeist es una expresión tomada del idioma alemán, utilizada por los investigadores de lo paranormal para señalar un fenómeno donde se producen ruidos o movimientos de objetos, que muchas veces son atribuidos a espíritus (la palabra significa algo así como "espíritu ruidoso").

Según otros investigadores, dichos fenómenos no tienen su causa en seres espirituales o demonios, sino que se deben a un exceso de energía de alguno de los habitantes de la casa (por eso es usual la presencia de adolescentes en las viviendas donde el poltergeist se produce), que ni siquiera sabe que lo genera.


Sea cual sea la causa del fenómeno, lo cierto es que las tres películas realizadas sobre este argumento (1982, 1986 y 1988) tuvieron una taquilla interesante.
En la primera de ellas, supo ser coproductor Steven Spielberg, que también escribió parte del guión.

Lo curioso del asunto es que hoy en día esos tres films se consideran películas malditas.
El motivo es el deceso de cuatro de los actores del cast: Heather O'Rourke, Dominique Dunne, Will Sampson y Julian Beck. Todos murieron en el período de filmación de la trilogía.


Sin duda, el más terrible de estos cuatro casos lo constituye la muerte de Heather O'Rourke, actriz de apenas doce años que personificó a la hija menor de los Freelings en las tres películas.
En 1988, Heather sufriría un shock séptico que le causaría la muerte, tras ser aparentemente mal diagnosticada por los médicos que la trataron inicialmente. Por motivos que se desconocen, los voceros que anunciaron la noticia, primeramente hablaron de complicaciones a causa de una gripe.

Dominique Dunne, la joven actriz que personificaba a la hija mayor de los Freelings en el primer film, moriría en 1982 a manos de su novio de entonces, quien la estranguló por causas que se desconocen.

Will Sampson compuso a un espíritu indígena bondadoso (Medicine Man) en la segunda película. Es recordado por su actuación en "Atrapado sin salida", memorable film.
Sampson se consideraba a sí mismo algo así como un chamán. Fallecería en 1987, tras un tortuoso post-operatorio.

A su vez, Julian Beck perecería en 1985, afectado por una terrible enfermedad poco después de filmar su papel (el malvado reverendo Kane) para la segunda película de la saga.





Los rumores provocados por estas muertes fueron ganando terreno y acrecentando la fama de "malditas" de estas tres películas.
Durante mucho tiempo circuló la leyenda urbana que sumaba a estas cuatro muertes (que ocurrieron realmente), otras de actores y técnicos de la saga (que no son verídicas) y una serie de reveses que acontecieron a personadas vinculadas (no confirmados).

Lo cierto es que siempre se dijo que la saga "Poltergeist" estaba signada por la desgracia. Pero nunca se encontraba una causa aparente (el solo hecho de filmar una película de terror no significa atraer problemas).

Sin embargo, con los años saldría a la luz un dato aportado por JoBeth Williams, la actriz que personificó a la madre de la familia Freeling: de acuerdo a sus declaraciones, quedó muy molesta cuando supo que los esqueletos usados para filmar una recordada escena en una piscina, eran esqueletos reales.

Lejos de ser desmentido, el dato fue confirmado por el encargado de efectos especiales de aquella época, Craig Reardon, quien se limitó a decir que era más barato conseguir esqueletos reales que confeccionar los artificiales.
Para JoBeth Williams esto constituyó un acto nefasto e irrespetuoso, que quizás propició que la saga "Poltergeist" terminara como tres películas malditas.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

EL MARTILLO DE LA SUERTE


A cualquier persona que trabaja con herramientas le molesta perderlas.
Por eso, el 16 de noviembre de 1992 no empezó siendo un buen día para Peter Whatling, granjero británico que tenía un predio cercano al poblado de Hoxne.
El hombre había perdido un martillo en el campo y quería recuperarlo a toda costa.

Viéndolo disgustado, su amigo Eric Lawes se ofreció a ayudarlo. Lawes estaba jubilado y se había comprado un detector de metales para usarlo como pasatiempo de fin de semana, buscando objetos en la playa y el campo.


Puesto a la tarea, pronto el buen Eric percibió inequívocas señales de algo metálico bajo la maleza.
Los amigos despejaron un poco el terreno y se dieron cuenta de que la señal provenía de algo que se encontraba en realidad bajo tierra.

Comenzaron a cavar y apareció un raro cofre de roble que identificaron como algo muy, muy antiguo. En vista de ello, procedieron a notificar a las autoridades locales.
Al día siguiente, se hizo presente en el lugar la Policía, acompañada de peritos y arqueólogos procedentes de Suffolk.
Y encontraron muchas cosas interesantes:


Al cabo de ese día, los expertos ya habían ubicado más de 15.000 monedas romanas de oro, plata y bronce.
Además, se hallaron brazaletes de oro, joyería diversa, estatuillas y un enorme número de cucharas de plata.






De acuerdo a las leyes británicas, procedió a hacerse un avalúo del tesoro (un avalúo monetario, puesto que su valor histórico es incalculable).
De resultas de dicha tasación, posteriormente el Museo Británico adquirió el tesoro (gracias a su propio presupuesto y a muy generosos donantes), acordando un precio de 1.750.000 libras con los propietarios (es decir, el granjero y el jubilado).

El Tesoro de Hoxne, como se le llama desde entonces, es una de las exhibiciones más visitadas en Londres.
No en vano, pues además de las monedas romanas, que de por sí constituyen un notable hallazgo, se pueden ver más de 200 artículos de joyería y utensilios diversos (entre ellos, varios pimenteros que fueron calificados como objetos notables por los arqueólogos).



¿Y el martillo? Sigue perdido en el campo, nunca fue hallado.
Tampoco creo que el granjero lo extrañe demasiado.

lunes, 13 de septiembre de 2010

¿Y QUÉ DIRÍA EL CONDE PÁTULA?


No parece que haya término medio para la relación de fantasía entre la gente y los vampiros: o los quieren matar a todos, o están encantados con ellos.
Lo cierto es que en la actualidad los vampiros marcan tendencia.
El empuje viene de los jóvenes, como no podía ser de otra manera.

Ya en otro momento, la serie televisiva "Buffy" le bajó línea a los adolescentes sobre el tema. Incluso puso de moda la imagen de un "vampiro bueno", el personaje "Angel" (interpretado por David Boreanaz), que luego tendría su propia serie con ese nombre:


"Buffy" se emitió en USA entre 1997 y 2003, mientras que "Angel" salió entre 1999 y 2004.
Terminadas ambas, parecía que los guiones sobre vampiros ya no convencerían a nadie en el negocio de la televisión. Pero como suele suceder, los mandamases de la industria estaban equivocados.

Tras un paréntesis, los vampiros volvieron con fuerza. Las series de TV sobre ese tema son muchas, desde las más exitosas y de buen rating hasta algunas que no son emitidas en este país y por eso son poco conocidas. Además, como ustedes saben, hay varias películas muy taquilleras y libros que se han convertido en best sellers.

Por si todo eso fuera poco, en USA se ha desatado un furor tan desmedido por los vampiros que hay tiendas de moda especializada, entre ellas una que suma otras tendencias, como ser "Vampire Freaks":


Por lo visto, si bien parecen haberse reciclado un poco de la moda "dark" o de la "gótica", los impulsores del proyecto han tenido un éxito descomunal con la temática de colmillos largos.
En esta tienda se encuentra todo lo que es necesario para un buen look vampiresco posmoderno:






Incluso, hay gente que lleva el asunto más allá y genera toda una movida al respecto. En el sitio web de Vampire Freaks puede encontrarse una verdadera comunidad interesada en los vampiros y similares (aunque también se ve que hay personas simplemente atraidas por las movidas alternativas).

Los interesados en la experiencia real (por contrapartida a los contactos cibernéticos) encuentran eventos, bailes y reuniones de todo tipo.
A lo largo de las grandes ciudades de USA ya es un fenómeno común, que se está extendiendo al resto del mundo.

Puede ser una fiesta de vampiros en Bélgica:


Una movida y un toque en un bar de Canadá:


Un boliche especializado en Gran Bretaña:


O un club nocturno en Sudáfrica, que juega con la sigla VAMP para identificarlo como "Gente versátil y misteriosa" (Versatile And Misterious People):



Como ven, si bien no todo responde a la tendencia vampírica, creo que esta última es la que generó un nuevo impulso para algunas subculturas urbanas que venían un poco raleadas.
Y por lo que parece, hay vampiros para rato.

¿Qué diría a todo esto el Conde Pátula?

viernes, 10 de septiembre de 2010

FANTASMA EN LA MÁQUINA


En 1972 la compañía Lockheed lanzó al mercado un avión de pasajeros diseñado para competir con el Boeing 747. El modelo en cuestión, el L-1011, recibió el nombre comercial de Tristar Whisperliner y pronto comenzó a venderse muy bien.
Entre las líneas aéreas que lo compraron estuvo la Eastern Airlines, que encargó cincuenta aparatos para cumplir con rutas internas de USA.

Uno de los aviones que recibió la Eastern fue el número 310, que destinó a vuelos entre Nueva York y Miami. Y el 29 de diciembre de 1972, ese aparato estaba realizando esa ruta cuando el vuelo tuvo un percance y cayó en la zona de los Everglades, un área pantanosa.


Casi cien de las 176 personas que iban a bordo murieron. Y tampoco fue sencillo auxiliar a las restantes, porque el accidente se produjo a medianoche y las características del lugar sólo permitían llegar en vehículos especiales.
Entre las personas fallecidas estaban el capitán Bob Loft y el segundo oficial Don Repo, a quienes algunas versiones posteriores culparon del accidente por no llevar a cabo ciertos procedimientos rutinarios.


Y todo hubiera quedado como una tragedia de la aviación, de tantas que ha habido a lo largo de los años, si no fuera porque muy pronto comenzaron a suceder episodios extraños en otros vuelos de la misma aerolínea.
Durante el año 1973, tanto la tripulación como los pasajeros de los aviones 308, 317 y 318 (gemelos del siniestrado), tuvieron en varias ocasiones la desagradable experiencia de ver apariciones de los pilotos fallecidos.

Al principio, la compañía pensó que estaba ante un lógico caso de estrés por lo sucedido. Pero cuando las apariciones no se limitaron a ser vistas por las tripulaciones, sino que también se presentaron frente a los pasajeros (que no sabían quienes eran los fantasmas en cuestión), las cosas tomaron un giro sorprendente.

Nunca se sabrá de dónde obtuvieron la idea, pero los directivos de Eastern lograron detener el fenómeno mediante la aplicación de un procedimiento extraño y drástico a la vez: hicieron que se listara cada componente recuperado del accidente del avión número 310, muchos de los cuales fueron usados como repuestos y reemplazos para los aviones gemelos.
Acto seguido, ordenaron que dichas piezas fueran retiradas y sustituidas por otras nuevas, procediendo a destruir por completo cada una de las provenientes del aparato accidentado.

Con esa acción, para 1974 habían solucionado el problema por completo: nunca más se supo de apariciones de los pilotos muertos.


Mucho se ha especulado sobre estos episodios, para intentar entender su causa y la forma en que cesaron abruptamente.
Algunas investigadores han arriesgado una hipótesis: suponen que la causa del accidente se debió no tanto a errores humanos como a componentes defectuosos, por lo cual los pilotos "volvieron" de alguna forma, para intentar que las piezas reutilizadas no trajeran más problemas de los que ya habían causado.

Sea como sea, en la aerolínea Eastern debe haber alguien más o menos versado en este tipo de fenómenos, porque la medida tomada por la compañía resultó ser efectiva.

martes, 7 de septiembre de 2010

PESCADORES EN SEVILLA


No sé nada acerca de pesca, absolutamente nada. Pero me han comentado que algo muy útil en ciertas ocasiones es disponer de un buen señuelo. Al parecer, el pez no resiste la tentación de ir a curiosear ese objeto colorido y brillante, que termina por ser su perdición.

¿Será que también hay señuelos para "pescar" seres humanos?
Paso a contarles tres historias que sucedieron en Sevilla en el año 2001. Y juzguen por ustedes mismos.

El primer episodio sucedió el 10 de octubre de ese año, en una carretera cercana a la localidad de La Algaba:


Dos chicas volvían en coche a su Universidad, manejando por una carretera secundaria. De pronto, a la salida de una curva, ambas vieron un extraño espectáculo: un ser de aspecto humanoide se desplazaba torpemente en medio de unos naranjos.

De talla cercana a los tres metros, era tan robusto como alguno de los árboles cercanos. Estaba enfundado en un traje que reflejaba la luz, como si fuera de aluminio.
Las jóvenes entrepararon el auto y lo observaron con detenimiento, a unos diez metros de distancia. El ser no pareció advertir su presencia y continuó desplazándose lentamente. Pensaron en bajarse del auto y seguirlo, pero desecharon la idea y tras observarlo por otro escaso minuto, continuaron el viaje.

La segunda historia aconteció el 23 de diciembre, en la carretera que une Utrera con la localidad de El Arahal:


Una joven señora, de nombre Mariló Rodríguez, manejaba hacia El Arahal llevando a su hijito de tres años en el asiento trasero. La tarde era luminosa y no había otros vehículos a la vista.
En cierto momento, Mariló creyó ver a lo lejos una persona al costado de la carretera.

Conforme se fue acortando la distancia, la forma que percibía la conductora fue tomando un aspecto ominoso. Si bien el ser que vio se correspondía con algo parecido a un humano, sus proporciones no eran las esperadas: medía más de dos metros y su cabeza era mucho más pequeña que la de un hombre normal.

Grisáceo a los costados, desprendía un resplandor blanquecino inusual, que se extendía hasta unos treinta centímetros de su silueta.
Cuando Mariló detuvo el auto a su lado, el humanoide ni le prestó atención. Parecía estar observando el campo adyacente y comenzó a moverse lentamente en esa dirección.
La mujer estuvo tentada de quedarse a mirar más, pero sintió temor y partió rápidamente del lugar. Por el espejo retrovisor pudo ver que el ser se había detenido y permanecía en su sitio como una estatua.

Pocos días después ocurrió el tercer hecho, en una apartada carretera cercana a Cazalla de la Sierra:


El día 31 de diciembre, un policía iba en coche con su esposa, cuando ambos se percataron de un extraño objeto presente en un monte de olivos. Posteriormente lo describirían como "una especie de plataforma de unos quince metros de largo, con perfil como el de un submarino".

Pero lo más extraño era la presencia de tres seres inusuales, cumpliendo raras actividades en torno al "aparato".
El policía fue muy gráfico al describirlos: "eran como los jugadores de la NBA, pero más altos todavía".

Entrepararon el coche a unos diez metros de los seres y quedaron asombrados de la conformación de los humanoides. Al igual que en el caso anterior, la cabeza era mucho más pequeña que la de un ser humano normal.
Pero además, notaron que los hombros eran excesivamente anchos y los brazos, exageradamente delgados, terminaban en una especie de manos mucho más grandes que las que cabía esperar.

Los tres seres estaban vestidos con una especie de vestimenta similar a la de un buceador, pero de color blanco y de extraño brillo. Sus ojos eran inquietantes: "rasgados y situados hacia atrás".

El policía estaba dispuesto a bajar del auto e investigar aún más. Pero su esposa se sintió muy atemorizada por lo que estaban viendo, de modo que se vio obligado a continuar la marcha.
En ningún momento los humanoides parecieron advertir la indisimulada presencia del coche y sus ocupantes.
En palabras del hombre: "Cuando mi mujer insistió en que nos fuéramos, yo arranqué el coche de golpe y ellos ni se inmutaron. Creo que si llegan a parar ocho o nueve coches más allí, a ellos les habría dado igual, habrían seguido con lo suyo."


Quizás el policía tenga razón en lo que dice, pero me inclino a pensar que no ha sido suficientemente suspicaz.
Los tres sucesos, considerados en conjunto, inducen a la desconfianza.

Repasémoslos: tres vehículos solitarios se topan, en aisladas carreteras, con un espectáculo tan raro que sus ocupantes se sienten impulsados a curiosear.
Dos amigas, una señora con su hijito, un matrimonio. Personas diferentes, pero un mismo comportamiento: la tentación de pararse a mirar un poco más. Al final no lo hacen, por los motivos que sea.

Y quizás es mejor que no lo hayan hecho. Pregúntenle a los peces.