lunes, 31 de mayo de 2010

LOS GEMELOS DEL BRASIL


Al mejor estilo de un cuento inquietante de Stephen King o del maestro Lovecraft, las cosas más inverosímiles pueden suceder en el apacible ámbito de un pueblecito rural.
La historia que voy a contarles tiene por escenario a Cándido Godoi, una localidad de Brasil que cuenta con menos de siete mil habitantes y está en el estado de Río Grande do Sul, bastante cercana a la frontera con Argentina.



La particularidad de este lugar es la enorme tasa de nacimientos de gemelos que tiene en su haber, la cual a esta altura supera en más de un mil por ciento a la considerada normal.
La "explosión" de gemelos comenzó durante los años '60 del siglo pasado y se mantuvo prácticamente incambiada hasta el día de hoy, al punto que a la entrada del pueblo, un cartel identifica la zona como "tierra de los gemelos"


Por lo demás, se trata de una típica localidad rural del sur de Brasil, con influencia de inmigrantes alemanes en la zona.
En suma, un pueblo limpio y prolijo, dependiente mayormente de las actividades rurales, donde se ha asumido con total tranquilidad esa extraña profusión de gemelos, que no se limita a los seres humanos exclusivamente sino que se extiende a lo que puede observarse en la cría de ganado en la zona.


Los primeros científicos que llegaron a la zona en busca de explicaciones del fenómeno, se jugaron a un elemento concreto: el agua potable que se consumía en el lugar.
La hipótesis se centraba en la posible presencia de ciertos elementos químicos no nocivos, pero que favorecían de alguna manera la aparición de gemelos en la gestación humana o animal.

Sin embargo, tal extremo no encontró evidencia alguna en los hechos. Analizada el agua de la zona, no se encontró en ella nada relevante al respecto.
Pero ya por entonces se alzaron voces que apostaban a una posibilidad más inquietante: un experimento genético. ¿Y quién era el nefasto candidato que podía haber llevado a cabo esos experimentos?
Pues nada menos que Josef Mengele:



Josef Mengele había nacido en Alemania en 1911, siendo el mayor de los tres hijos en una familia de acaudalados industriales.
Hombre culto y educado, se doctoró en Antropología en 1935 y en Medicina en 1938. Para entonces ya se había afiliado al partido nacionalsocialista, pero no contento con eso dio un paso aún más radical y se incorporó a las SS.

Llegaría la guerra y, al menos durante los primeros tiempos, nada hacía pensar en Mengele como un hombre despiadado o inhumano. Por el contrario, los hombres que formaban en su primer destino (una unidad de tropas de montaña) le recordaron como una persona afable, un buen camarada que no gustaba de darse importancia y, ante todo, un excelente doctor.

Algunos de sus biógrafos apuntan a que los mecanismos mentales de Mengele se alteraron durante un destino posterior en el frente ruso. La crudeza y el salvajismo con que se manejaban las unidades de las SS hicieron mella en el otrora buen doctor, que aparentemente ya nunca volvió a ser el mismo. Y no digo con esto que se haya vuelto loco (excusa fácil para defender lo indefendible), sino que más bien pareciera que dejó salir a flote lo peor de sí mismo.


Herido en combate y ascendido al equivalente de capitán, fue declarado no apto para servir en el frente y derivado a una de las más horribles realidades que los seres humanos hayan producido: el campo de concentración de Auschwitz.

Allí fue donde Mengele cometió la suma de atrocidades que le valieron el mote de "ángel de la muerte" y su inclusión en la lista de criminales de guerra más buscados. Sobre la barbarie de sus actividades, todo lo que se diga es poco. Pero lo que hoy nos interesa es que Mengele intentó desentrañar en sus horribles experimentos el misterio de los gemelos, precisamente.

Qué pudo averiguar, es cosa que no llegó a saberse: diez días antes de que las tropas soviéticas liberasen el campo, el doctor cargó en su maletín el diario de laboratorio junto a algunas muestras de sangre y tejido.
Y desapareció, pese a ser notorio y más que buscado por sus crímenes.



Algunos cazadores de nazis afirman que Mengele huyó a Italia, amparado por la organización ODESSA (red de colaboración cuya actividad novelaría Frederick Forsyth en 1972, en su obra "The Odessa file").
Lo cierto es que el doctor se desvanece por completo entre 1945 y 1949, como si nunca hubiera existido.

Pero en 1949 obtiene documentos y pasaporte falsos, a nombre de Helmut Gregor, con los cuales llega a Buenos Aires ese año y comienza una nueva vida.


Sobre las actividades desarrolladas por Mengele en su nueva tierra adoptiva hay diversas versiones. Hay quien afirma que montó una industria farmacéutica, hay quien dice que ejerció la medicina sin tapujos (incluso con un breve pasaje por la ciudad uruguaya de Paysandú) y hay versiones de que nunca abandonó sus macabros experimentos.

¿Cómo se conecta esto con los sucesos del pueblo de Cándido Godoi? Pues con un suceso detonante acontecido en 1960.
Efectivamente, el 11 de mayo de 1960 fue secuestrado en Buenos Aires un sujeto sin importancia aparente: un técnico de apellido Klement, que trabajaba en la planta de Mercedes Benz.
La cuestión es que el tal Klement era en realidad Adolf Eichmann, otro criminal de guerra, que fue secuestrado y llevado con rapidez a Israel por un grupo comando (Eichmann sería juzgado y ajusticiado en 1962).

Como consecuencia de esto, Mengele ya no pisaba en firme. La aparente tranquilidad de su vida porteña había dejado de ser tal. Y a causa de esto, el doctor volvió a desaparecer una vez más.
De acuerdo a un historiador argentino que siguió la pista e investigó por décadas, el primer destino de Mengele fue una finca de amigos en Paraguay, desde la cual hizo base para moverse en el sur rural de Brasil y así continuar sus macabros experimentos.

Por loco que parezca, las fotos de Mengele fueron mostradas a diversa gente en zonas de Río Grande do Sul cercanas a la frontera y allí fue reconocido en dos funciones diversas según el lugar: hubo quienes le recordaron como un excelente veterinario que se ofrecía a los hacendados para mejorar la raza de sus vacunos y otros lo reconocieron como un médico que atendía en consultas diversas.
En algo concordaron todos los testigos: el profesional era siempre itinerante, sin importar en qué faceta se presentaba. Nunca estableció un consultorio ni se quedó por más de un par de días: volvía cada poco tiempo sin anunciar jamás su arribo.

De acuerdo a Jorge Camarasa (el historiador argentino que mencioné), él mismo pudo corroborar la presencia de Mengele en Cándido Godoi en los años '60, donde habría oficiado como médico itinerante en muchas oportunidades, bajo el nombre de Rudolph Weiss. Y cuenta con testimonios de viejos residentes que así lo avalaron al ver las fotos del hombre.

La "historia oficial" dice que Josef Mengele murió en una playa de Brasil en  1979 mientras practicaba natación. Fue enterrado bajo nombre falso y, por presiones diplomáticas, sus restos fueron exhumados en 1985 para confirmar su identidad (que se dio por buena a partir de su dentadura, cosa que corroboró un examen de ADN en 1992).

Probablemente nunca se sepa a ciencia cierta si el mortífero doctor tuvo que ver con la explosión de gemelos de Cándido Godoi.
Hay hipótesis aún más locas, como que dichas anomalías genéticas responden a experimentos secretos financiados por la CIA y el gobierno de USA, como parte de un programa de hibridación alienígena (les aseguro que no tomé nada, pero hay fuentes que afirman eso).

También hay quienes dicen que ya resolvieron el asunto, como un equipo de científicos brasileros que afirma que la causa es muy simple: según ellos, como los colonos iniciales de la zona se reducían a ocho familias, basta la predisposicíón genética en ese grupito para luego incrementar las probabilidades de nacimiento de gemelos (tendrán que explicarme cómo se extendió eso al ganado).

Lo cierto es que hoy en día no hay médico alguno que pueda provocar "a piacere" que una gestación derive en gemelos.
Pero eso me hizo acordar de otro "imposible" que provocó risas y burlas en el ámbito científico: la novela de Ira Levin "Los niños de Brasil", que data de un lejano 1976 y manejaba en su argumento la clonación de seres humanos.




Fue llevada al cine en 1978 y molida a palos por cada científico que fue preguntado sobre su argumento.
La clonación era un disparate, según ellos.
Pero menos de veinte años después, una simple ovejita les juntó las cabezas a todos.

sábado, 29 de mayo de 2010

¿TE ASUSTASTE?


"Susto" es la palabra que no debe faltar en este post. Vean por qué.

Groningen es una ciudad de Holanda, de poco menos de 200.000 habitantes.
Puesto que es una ciudad que nuclea universidades, casi la cuarta parte de sus habitantes son estudiantes y la actividad existente gira alrededor de ellos. Al terminar el año curricular, las calles quedan vacías y todo el ritmo se aquieta.

Los centros educativos se vacían, las posadas y las residencias estudiantiles quedan deshabitadas, las calles despobladas dan otro marco al lugar. Lo que antes era bullicio, ahora semejaba una ciudad casi abandonada: buen trasfondo para las viejas historias de ciencia ficción donde se producía una invasión alienígena.

Y posiblemente eso fue lo que pensó Jeroen Efting, residente de Groningen, cuando por pura casualidad (o por aburrimiento), un domingo tranquilón se asomó a la ventana y vio esto:


Será que los holandeses son gente práctica, porque Jeroen, aún en medio del comprensible susto, corrió a buscar su cámara y tomó la foto anterior.
Eso sí, se ve que después se le fue el aplomo porque llamó desesperado a la Policía.
Mientras tanto, el objeto volador desaparecía tras los árboles, lejos del campo visual del buen Jeroen.

¿Estaría descendiendo? ¿Sería una nave extraterrestre? ¿Alguien más lo habría visto?
Mil preguntas se agolpaban en la cabeza del hombre, mientras la Policía demoraba en contestar lo que a él le parecía una eternidad.
Al final, una voz femenina respondió al otro lado de la línea. Jeroen contó punto por punto lo que había visto.

Para su sorpresa, la mujer policía le contestó que ella también había visto lo mismo el domingo anterior.

La explicacíón era muy simple: se trataba de un globo de aire caliente, que participaba de un festival.
Aquí se lo puede ver cuando es llenado poco a poco:


Supongo que Jeroen se habrá sentido un poco avergonzado.
Al fin y al cabo, todo era muy simple: un club de fútbol local (el "Velocitas 1897") organizó festejos en la ciudad y, como parte de ello, varios globos de aire caliente con formas llamativas participaron.

Si Jeroen se hubiera asomado a la ventana un poco antes, hubiera visto pasar otro con forma de rana o de pavo real (los dos que despegaron antes del "ovni").
Por un lado, creo que fue mejor para él. Imagino que si llamaba a la Policía y decía que había visto una enorme rana en el cielo, ahora estaría en el loquero.

Cosas que pasan. Un susto, nada más.

jueves, 27 de mayo de 2010

GOLDFINGER


"Goldfinger" es una película del año 1964, en la cual Sean Connery encarnaba al agente 007, el famoso James Bond.
En una escena famosa del film, James Bond encuentra sin vida a Jill Masterson (la secretaria de Goldfinger, personificada por la actriz Shirley Eaton). Y resulta que Jill ha muerto a manos de los secuaces del villano.
¿Cómo la asesinaron? Pues cubriendo su cuerpo entero con pintura dorada.

Aquí vemos lo que ve el agente 007 cuando llega a la habitación: el cadáver de Jill:


Bond observa la situación y explica que ha muerto a causa de "sofocación de la piel" por culpa de la pintura.
Pero lo curioso del asunto es que dio pie al nacimiento de una leyenda urbana: la que dice que la actriz posteriormente murió realmente por esa causa, por efectos secundarios al realizar esa escena, que le habría provocado esa "sofocación".

La cuestión es: ¿sucedió eso realmente?

Ante todo, hay dos detalles no menores que vinieron a avalar el desastre.
Por un lado, en el momento en que se realizó la película, la ciencia médica consideraba que cubrir por completo la piel de un ser humano con una sustancia como pintura, causaría la muerte.
Por otra parte, si bien la actriz Shirley Eaton tenía apenas 27 años al realizar este papel, no habría sido vista nunca más en papeles cinematográficos.

En consecuencia, circuló la leyenda de que murió al poco tiempo de realizar la película, siendo que los estudios "taparon" el desastre para no aparejar publicidad negativa.


Sin embargo, investigando un poco encontré varias cosas interesantes.

Para empezar, precisamente porque se consideraba que la escena era peligrosa, resulta ser que había dos médicos presentes tanto en la preparación de la misma como en la filmación definitiva.
Asimismo, esos profesionales recomendaron (y los estudios así lo hicieron) que no se cubriera por completo el cuerpo de la actriz con la pintura dorada: por lo tanto ésta usaba la parte inferior de un bikini, una protección especial en los pechos y, aún más, como último recurso de seguridad se dejó una parte del abdomen (que la escena no muestra) sin pintura ninguna.


Recuerden que estamos en 1964 y no había cabida para ciertos efectos especiales: una señorita cubierta de pintura era una señorita cubierta de pintura (y no un muñeco 3D renderizado y texturizado por medio de vectores y qué sé yo).

Entonces, ¿murió la actriz a pesar de todas esas precauciones?
No, nada de eso.

Shirley Eaton siguió con su carrera cinematográfica unos pocos años más, pero se retiró en 1969 para dedicarse a su familia recién formada. Y fue por eso que no se la vio más.
Además, no es correcto suponer que alguien pueda morir por cubrir su cuerpo con una sustancia como la pintura. Esto fue aclarado incluso en un episodio de los MythBusters ("Cazadores de mitos") del año 2003, donde la propia actriz se hizo presente: más datos por aquí.

En consecuencia, la leyenda urbana es falsa.

Por último, les dejo algunas fotos más de Shirley Eaton (ya que estamos):







Algo me dice que ese pelado lo pasó genial....

martes, 25 de mayo de 2010

ENTRE EL POSEIDÓN Y EL TITANIC


Para catástrofes ya está la vida.
Eso es lo que deben haber pensado los sobrevivientes del Titanic al rememorar su viaje trunco, sobre todo porque la película que se estaba proyectando a bordo en el momento del impacto era "La aventura del Poseidón", nada más y nada menos.

Eso es lo que dice una leyenda urbana. Pero, ¿será verdad?



"La aventura del Poseidón" es una novela de Paul Gallico, publicada en el año 1969.
La obra se desarrolla a bordo de un crucero de lujo (el "Poseidón") que conoció épocas mejores. En uno de sus últimos viajes proyectados, el buque parte de Lisboa con rumbo a puertos africanos y americanos, trayecto que le demandaría un mes.

Pero a la semana de partir, apenas unos minutos después de la llegada del Año Nuevo, una gigantesca ola golpea el transatlántico y lo da vuelta, provocando la inundación progresiva del barco y la muerte de la mayoría de los pasajeros y tripulantes.

La trama de la novela se concentra en las vicisitudes de un grupito de sobrevivientes que busca el mejor camino para salir a la superficie y poder ser rescatados.

La obra conoció diversas adaptaciones al cine, siendo la primera de ellas la más lograda y la de mejor reparto actoral. Data del año 1972 y luego habría otras (entre las destinadas a pantalla grande y a la TV) en los años 1979, 2005 y 2006.


Sabiendo estas cosas, me pareció evidentemente imposible que la leyenda urbana tuviese ni una pizca de verdad. Después de todo, si la novela es del año 1969, no podía haber inspirado un filme que existiera en 1912, año en que se hundió el famoso Titanic.

Pero averiguando un poco, me llevé una gran sorpresa.

Resulta que en los primeros años del siglo XX el cine era apenas un naciente entretenimiento, una novedad.
Y el Titanic, como transatlántico de lujo que era, estaba obligado a ofrecer una amplia y variada gama de entretenimientos para todos los gustos. El cine era uno de ellos.

Los dos primeros días de viaje no hubo función programada, pero el día siguiente sí.
Resulta ser que el primer filme que se proyectó en el barco fue "El farero", donde Mary Pickford era la protagonista.
Y por loco que parezca, la película que se exhibió el día del desastre era precisamente "La aventura del Poseidón", una obra del director D.W. Griffith, que contaba la odisea de seis personas en su lucha por sobrevivir luego de que su barco era arrasado por una ola gigante.
El filme data de 1911 y era inusualmente largo para la época (53 minutos, cuando el estándar del momento era un rolllo de 10 minutos de duración).
Pasarían casi seis décadas para que Paul Gallico, inspirado en ese tema, lo ampliara y realizara su novela.

Lo más escalofriante del asunto es que el filme seguramente estaba en exhibición cuando el desastre golpeó al Titanic.
Se sabe que el buque chocó contra un iceberg poco después de medianoche. Y se sabe que las películas eran el último entretenimiento de la noche, por una razón muy simple: puesto que eran mudas, se acompañaban con la orquesta del barco. Y ésta no estaba disponible para ello hasta haber terminado con sus labores durante la cena y el posterior concierto de cada noche, que solía terminar poco antes de medianoche.

Por lo tanto, la leyenda urbana es completamente cierta.

Aunque no fuera un presagio, no estuvieron muy felices los que eligieron esa película para proyectar a bordo de un buque.
¿No podían haber pasado una de vaqueros?
Poca sicología, caramba.

domingo, 23 de mayo de 2010

ESTÁN ENTRE NOSOTROS (O NO)


De acuerdo a una encuesta realizada este año, una de cada cinco personas piensa que los extraterrestres están entre nosotros, disfrazados como seres humanos.

Efectivamente, el Telegraph nos informa que dicha estadística ha resultado de un estudio que cubrió las respuestas de 23.000 personas adultas en 22 países.

Pero no en todas partes es lo mismo.
Por ejemplo, en India y en China el porcentaje de respuestas afirmativas asciende a un 40 por ciento.
En cambio, algunos de los europeos encuestados son bastante más escépticos: apenas un 8 por ciento de los belgas, holandeses y suecos cree que tal cosa sea posible.

No parece que haya datos de Uruguay, al menos según lo que informa el periódico.

Ah, otro dato más de la encuesta: como siempre, los hombres somos más crédulos que las mujeres.

viernes, 21 de mayo de 2010

UNA SOLUCION A MANO


Bastante original la forma en que promovieron la serie de TV "True blood" en Nueva Zelanda.
"In case of vampire....snap here" (En caso de vampiro.....rompa aquí).

La campaña publicitaria, que comenzó en su momento en la ciudad de Auckland, ofrecía una solución a mano en caso de ser atacados por un vampiro: rompa aquí y obtendrá una estaca.



Después, si se cruzan con un vampiro a medianoche, no digan que no les avisé lo que tienen que hacer.

miércoles, 19 de mayo de 2010

CUATRO AÑOS PERSIGUIENDO UN ESPEJISMO


Hubo tiempos en los que las principales exploraciones no contaban con los medios actuales.
Y si bien no era sencillo reunir los fondos necesarios para equipar una expedición, hubo algo que nunca faltó: exploradores y científicos intrépidos que quisieran embarcarse en el viaje.

El año es 1913.

La Universidad de Illinois (USA) une esfuerzos con la American Geographical Society y con el American Museum of Natural History, a fin de patrocinar una expedición que ponga pie y explore un verdadero misterio geográfico: la Tierra de Crocker.


En 1818, el capitán inglés John Ross informó sobre la ubicación de una enorme cordillera por encima de los 83 grados Norte, bautizando esa formación como Crocker Land (Tierra de Crocker).

En 1906, el famoso almirante Peary (explorador polar) notificó haberla divisado desde una altura situada en la isla de Ellesmere.

Con esos datos se trazaron mapas como el que ilustra este post. Y lo único que quedaba por hacer era poner pie en esas tierras montañosas y explorarlas. Tal era la misión de la expedición lanzada por los tres institutos patrocinadores mencionados.

El equipo reunido para integrar la expedición fue realmente excepcional.
Incluía al comandante Donald MacMillan (que participaría de treinta expediciones al Artico), el doctor Ekblaw (geólogo, ornitólogo y botánico), Fitzhugh Green (ingeniero y físico), Maurice Tanquary (zoólogo), Harrison Hunt (médico y cirujano), guías, traductores y varios expertos más.



Los periódicos de la época publicaron unas extrañas declaraciones del comandante MacMillan, jefe de la expedición. En ellas, explicaba la ubicación de la zona a la cual se dirigían, agregando que:

"No puedo asegurar cuán extenso sea este territorio que llamamos Tierra de Crocker, pero estoy seguro de que encontraremos extraños animales allí, así como una nueva raza humana."


Son palabras muy curiosas, que luego darían pie a numerosas especulaciones.
No es raro que una expedición científica se plantee encontrar especies animales desconocidas hasta entonces, pero ¿por qué esperaban encontrar una nueva raza humana?

Como sea, la expedición se aprontó y zarpó a bordo del buque "Diana", el 2 de julio de 1913.
Un par de semanas después, a la medianoche del 16 de julio, la embarcación golpeó contra unas rocas en su intento de evadir un iceberg.
MacMillan culpó al capitán del barco, quien estaba borracho en ese momento crucial, por lo cual no reaccionó a tiempo.
Los expedicionarios fueron transferidos a un nuevo buque, el "Erik", y continuaron con su misión.


Para la segunda semana de agosto, la expedición había llegado al norte de Groenlandia y puso manos a la obra para construir una base que sirviera de cuartel general, depósito y centro de radio.
Curiosamente, pese a que lo intentaron durante tres semanas, no lograron establecer contacto radial con el mundo exterior en ningún momento.

Tras establecer una ruta de marcha terrestre y colocar estaciones de suministros a lo largo de ella, los expedicionarios partieron en su búsqueda de la Tierra de Crocker.
Se suponía que el recorrido que deberían realizar cubriría alrededor de unos 1.900 kilómetros.



El primer contratiempo lo sufrieron al llegar a las alturas del glaciar Beitstadt, donde debieron escalar durante tres días seguidos para rebasar ese obstáculo, con temperaturas de 32 grados bajo cero.
El resultado inmediato fue un principio de congelación sufrido por el doctor Ekblaw, quien debió ser evacuado rumbo a la base.

Ese sería tan solo el inicio de una serie de problemas que aquejarían a la mayoría de los expedicionarios, pese a que todos contaban con sobrada experiencia en misiones de exploración ártica.

Para abril de 1918, casi todos los integrantes se habían visto obligados a emprender la retirada hacia la base.
Cuando alcanzaron el borde del Océano Artico, solamente quedaban MacMillan, Green y dos esquimales.



Fue poco después cuando MacMillan creyó que estaban cerca del triunfo: el 21 de abril, desde una altura, vieron lo que parecía ser una enorme isla en el horizonte hacia el noroeste.
Como diría luego el propio MacMillan:

"Vimos colinas, valles y picos nevados que se extendían por lo menos por espacio de unos 120 grados del horizonte"

Eso era lo que esperaban encontrar, la Tierra de Crocker se hacía visible una vez más en la historia de las exploraciones.
MacMillan y Green estaban felices, pese a que la distancia parecía ser aún más extensa de la calculada. Faltaba mucho para llegar a las alturas que se recortaban a lo lejos.

Entonces, ante su asombro, uno de los esquimales les dijo que nunca llegarían a esa tierra.
"¿Es por la distancia?", preguntó MacMillan.
"Es porque no existe", contestó simplemente el esquimal.

Pero MacMillan no era precisamente un hombre que se dejara convencer por "supersticiones", de modo que el pequeño grupo continuó adelante, siempre en dirección a la Tierra de Crocker.
Cinco días después, habían recorrido una distancia de 200 kilómetros sobre peligroso hielo quebradizo, sólo para descubrir que el paisaje a lo lejos continuaba a la misma distancia visual que el primer día: la Tierra de Crocker no era más que un espejismo.




En palabras de MacMillan:

"El día se presentó excepcionalmente claro, sin pizca de nubes o niebla. El paisaje era visible sin necesidad de catalejos. Allí continuaban las colinas, valles y picos nevados, tan cercanos y tan lejanos como el primer día. Pero nosotros habíamos recorrido 150 millas sobre el mar helado y caímos entonces en la cuenta: todo era un espejismo, quizás provocado por la reflexión de la luz."

Finalmente, MacMillan decidió que era tiempo de regresar a la base.


La decepción no sería el último problema de los expedicionarios: debido a la imposibilidad de establecer comunicaciones por radio, así como a las inclemencias del tiempo, debieron permanecer por espacio de cuatro años en la zona.

Cuando finalmente lograron regresar, habían tomado cientos de fotografías (algunas de las cuales ilustran este post), así como recopilaron información sobre las costumbres esquimales y la geografía del lugar.



Que se sepa, esa fue la última expedición en busca de la Tierra de Crocker, que fue borrada de los mapas y restringida a la categoría oficial de espejismo.
Aunque tal vez...

lunes, 17 de mayo de 2010

EL TOUR DE LOVECRAFT


H.P. Lovecraft fue un grandioso escritor en el género del terror.
Demasiado tempranero (nació en 1890), en caso de haber aparecido medio siglo después hubiera condenado al pobre Stephen King a un eterno segundo lugar.
Pero Lovecraft era una especie de esteta, muy poco marketinero y más bien carente de espíritu gregario.

Aún así, pienso que el buen Howard estaría feliz con las noticias que llegan de USA, que dan cuenta de sucesos paranormales en las cercanías de su tumba.


Al parecer, un grupo de personas que visitaba el lugar como parte del "tour de Lovecraft", quiso tomar fotos "con más clima" en la tumba del escritor. Y no se les ocurrió mejor cosa que volver por la noche y colarse al cementerio por su cuenta, sin decirle nada a los responsables del tour.

El asunto es que al llegar al sitio se encontraron con algo que, propiamente, parecería salido de algún cuento lovecraftiano: un pálido personaje, mucho más alto que un hombre normal, vestido totalmente de negro y ataviado con un sombrero en punta.
Creyendo que los organizadores del tour estaban sobre aviso, y que la presencia era simplemente un actor con zancos, el grupito de turistas comenzó a aplaudir y a tomar fotos del personaje. Por toda respuesta, la presencia señaló sucesivamente a tres de ellos, que cayeron al suelo como piedras, al tiempo que una enorme bandada de cuervos atacaba a los otros.

Diez minutos después, los integrantes de una patrulla policial intentaban, a duras penas, entender las incoherencias que relataba un montón de visitantes aterrorizados, detenidos cuando bajaban a la carrera por una calle cercana al cementerio.

Los policías que llegaron a la tumba de Lovecraft se encontraron con tres personas desmayadas y una cuarta que intentaba asistir a una de las víctimas (su esposo). Ya en un hospital, todos se recuperaron sin daños.
La mujer que se quedó en el sitio sufrió una crisis nerviosa. Interrogada por los policías, insistió en que el personaje que vieron los turistas desapareció de golpe en medio de una niebla difusa.

El "tour de Lovecraft" consiste en una recorrida por aquellos lugares de Providence (Rhode Island, USA) que se vinculan de un modo u otro con la vida y la obra del escritor.

Suelen incluir la casa del escritor entre 1904 y 1924:



La casa que inspiró su relato "The shunned house":



La Biblioteca John Hay, con su placa conmemorativa de los 100 años del nacimiento del escritor:









También se puede visitar la Casa Halsey, que es hogar del protagonista de "El caso de Charles Dexter Ward" (novela de Lovecraft que data de 1927):




Otro sitio interesante es el Prospect Park, parque público que Lovecraft gustaba de recorrer y como "oficina" en la cual escribía las cartas a sus amigos y admiradores:




Y recorriendo las calles Benefit y Angell se encontrarán muchos de los lugares que Lovecraft describe en sus relatos:







Quizás con otros nombres, tal vez con otras ubicaciones, pero todo está allí.
Las casas de los protagonistas, las buhardillas donde se ocultaban los seres innombrables, las iglesias donde se congregaban grupos de prominentes ciudadanos, las bibliotecas donde el Necronomicón estaba guardado bajo siete llaves. Toda la materia prima que Lovecraft procesó en su fabulosa imaginación está allí.

Curiosamente, por lo que yo recuerdo de mis lecturas y relecturas del buen Howard, ningún personaje concuerda con la aparición que los turistas tuvieron el "privilegio" de ver.
Por un lado, tal vez sea mejor así. Imaginen que en vez de un espectro vestido de negro y con sombrero en punta, se les hubiera aparecido el mismísimo Cthulhu en persona, así como lo imaginó el artista que creó la imagen que inicia este post.

Ahí sí que no queda nadie en pie.