miércoles, 25 de mayo de 2011
TERROR EN NUEVA ORLEANS
Nueva Orleans es considerada como un mundo aparte dentro de Estados Unidos. Eso sucede porque ha sido un crisol de influencias del más extraño calibre, sea francés, africano o criollo.
Dentro de los miles de historias y leyendas urbanas que circulan en la ciudad (que hasta tiene un ghost-tour para los visitantes), una de las más truculentas es la de la Mansión LaLaurie.
La mansión debe su nombre a Marie Delphine Macarti LaLaurie, dueña de la misma, dama de la alta sociedad de la ciudad.
Despreciativa hacia cualquiera que no fuese de su clase social, vengativa para con cualquiera de sus pares que se atreviera a criticarla, sádica propietaria de esclavos que pasaban por un infierno en sus manos, la dama era objeto de mucho cotilleo en el ambiente de Nueva Orleans del siglo XIX.
Se le atribuían todos los vicios y las perversiones, pero nadie se animaba a levantar denuncia alguna en su contra. Y no era sólo por temor de las influencias mundanas que pudiera tener LaLaurie, sino también por otro tipo de vínculos aún más peligrosos: se afirmaba que practicaba el vudú y podía crear zombis o matar a distancia.
Pero lo que no derrotaron los hombres, lo vino a liquidar el destino. Una noche, durante el transcurso de una fiesta salvaje celebrada en la mansión, tomó fuego por accidente un cortinado. Y no hubo manera de impedir la propagación del incendio.
Cuando arribaron al lugar las cuadrillas para intentar sofocar el fuego, al abrirse paso entre las habitaciones, pasadizos y sótanos de la finca, se encontraron un panorama de pesadilla. Jóvenes encadenadas con grilletes, desnudas y con signos de haber sido golpeadas y abusadas. Esclavos salvajemente mutilados, encerrados en espacios casi sin luz ni aire. Huesos humanos que estaban esparcidos por doquier. Y por todas partes, señales de ritos demoníacos.
Se salvó a quienes se pudo salvar, pero muchas vidas se perdieron. La aristocrática dama aprovechó la confusión para huir de la ciudad con su esposo, pagando muy buen dinero a un capitán de barco que los llevó a París sin hacer preguntas. Allí se pierde su rastro.
Pero las autoridades quisieron saber más y averiguaron bastante. Supieron que una reina del vudú local le había enseñado a LaLaurie todo lo malo que cabe en el espíritu humano. Averiguaron que las prácticas de sadomasoquismo y tortura eran la norma y no la excepción en esa mansión.
Nunca se sabrá si la dama creaba zombis. Pero hasta el día presente, se afirma que por las noches se ven rostros en las ventanas de la casa y se escuchan gritos, además de oirse el ruido de cadenas arrastrarse.
Por las dudas, mejor no pasar por ahí si un día andan por Nueva Orleans.
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