lunes, 17 de enero de 2011

OBJETOS PERDIDOS



A estas alturas, las peripecias de quienes manejan armas nucleares ya son casi un clásico en este blog.
Ya vimos por aquí cómo casi se desencadena el apocalipsis por cuestiones informáticas (¿y usted se queja del Windows Vista?) y también hablamos por acá de los quebraderos de cabeza que unos misiles locos causaron a la milicia yanqui, así como pueden encontrar en este post los demenciales métodos de los submarinos nucleares británicos.

Pero me parece que el caso que voy a contarles se lleva las palmas en materia de disparate sobre el tema: resulta que al menos un par de presidentes yanquis perdieron la tarjeta de lanzamiento de misiles nucleares.

El primer suceso involucra al presidente Jimmy Carter:


Resulta que el buen Jimmy es un tipo muy atildado y pulcro a la hora de vestir. Buenas pilchas merecen buen cuidado, pensaría el hombre. Y entonces, dos por tres mandaba los trajes a la tintorería.
Pero ustedes saben cómo son las cosas: ¿quién no se olvidó de algunas monedas o una lapicera en un saco?

El problema es que Jimmy se olvidó la tarjeta de lanzamiento de misiles, esa que abre el maletín que aparece en todas las peliculas cuando van a empezar los líos nucleares.

Ya sé lo que ustedes están pensando: "mirá qué papafrita, qué banana resultó el Jimmy".
Pero no sean duros con el hombre, porque resulta que no fue el único: también metió la pata Bill Clinton:

En este caso, la cosa fue más grave: el tintorero no tenía nada que ver y los códigos estuvieron perdidos durante meses. El hecho, que fue prolijamente ocultado cuando sucedió, vino a saberse pasados muchos años, debido a que uno de los generales de Clinton (medio buchón, hay que decirlo) publicó un libro donde cuenta esta peripecia.

Lo más raro del asunto es que la tarjeta apareció pasados los meses, pero nadie (ni el tipo del libro) especifica dónde estaba.

Creo que no le preguntaron a la persona adecuada...


2 comentarios:

Mariolo dijo...

jajaja, pero si le preguntaban a ella, seguro la respuesta era "Preguntenle al de la tintorería"

pelado1961 dijo...

Hábil declarante la muchacha!!!

(Y parece que tenía más habilidades)


Un abrazo, Mariolo.