Cerca de 30 años atrás, un muy buen amigo me dijo que tenía pensado unirse a cierta secta. Y poco después lo hizo, efectivamente.
Muchos meses después, desligado del asunto y vuelto a su vida habitual, me contó su desilusión para con la experiencia: los acólitos no eran, según él, otra cosa más que "mano de obra" gratuita para fabricar y vender algunas artesanías y productos específicos, cuyas ganancias irían a parar al "personaje" principal (que por entonces vivía en California y recibía dinero a paladas de sus "comunidades" dispersas por todo el mundo).
Tres cosas le quedaron de esta experiencia. Dos de ellas eran objetos: un prendedor donde se veia la cara regordeta del "amado gurú", y una foto de prensa extranjera captando el preciso momento en que el "iluminado", que predicaba votos de pobreza y humildad, bajaba de su limusina para subir a su jet particular.
La tercer cosa que le quedó a mi amigo era una enseñanza: "no sólo aprendí a cocinar, barrer y lavar" - me dijo entre risas - "sino que entendí los peligros del culto a la personalidad".
Unos días después de tener esa charla, sonó el teléfono en mi casa y, cuando atendí, oí la voz desencajada de mi amigo: "¿Viste los diarios?, ¿Viste los titulares?"
No, no había visto nada. Pero los traje hasta el teléfono y me fijé en la primera plana: todos eran parecidos, "Masacre en Guyana" ponían, o cosa similar.
Y las fotos eran similares a ésta (aunque en riguroso blanco y negro, claro):
¿Qué había pasado? Una secta llamada "El Templo del Pueblo", que tenía origen en USA pero estaba afincada en Guyana (a fin de evadir impuestos) había cometido suicidio colectivo: más de 900 cuerpos estaban regados por sus instalaciones, entre los cuales unos 300 eran de niños.
No era ésta la secta a la que había ingresado mi amigo, pero tampoco era demasiado diferente: se centraba en una persona (el reverendo Jim Jones), considerada sagrada, cuya voluntad debía cumplirse sin chistar. Los miembros eran aislados del mundo exterior y, poco a poco, se les iba haciendo un verdadero "lavado de cerebro". Los remisos eran castigados y los sumisos premiados. Y tras un tiempo, nada les parecería "bueno" o "malo" por sí mismo, sino en función de que cumpliera o no la voluntad del "personaje central".
"El templo del Pueblo" no era una secta nueva, así como tampoco podía achacarse su creación a los últimos coletazos de la era hippie o del "flower power". Por el contrario, había nacido en los años '50, cuando el reverendo Jim Jones y unos 140 seguidores se mudaron a Redwood Valley (California), a fin de fundar una especie de comunidad cristiana que pudiera sobrevivir luego de la guerra nuclear (que consideraban inminente).
Para 1971 ya tenían gran influencia en la costa oeste de USA y habían abierto dos iglesias urbanas, una en San Francisco y otra en Los Angeles. Esto llamó la atención de las autoridades fiscales y comenzaron los problemas sobre impuestos.
A raíz de ello, Jones arrendó unos terrenos en Guyana y utilizó a sus fieles como mano de obra para construir un pequeño poblado al que llamó Jonestown (muy original el reverendo).
Tras eso, convenció a cientos de sus seguidores para dejar atrás sus vidas y mudarse a la comunidad. Les prometió poco menos que un paraíso en la Tierra, pero lo que encontraron fue trabajo casi forzado, en jornadas de 12 horas y seis días a la semana.
Nada de paraíso y sí mucha tierra, porque debieron cultivarla y criar animales, a la vez que se les daba una pésima alimentación y sufrían todo tipo de carencias.
Escapar no era una opción, puesto que había guardias armados. Los pocos que lo intentaron sufrieron terribles palizas, fueron encerrados en recintos de "aislamiento" y luego drogados hasta destruir su voluntad por completo.
Con el tiempo, sin embargo, parece que la mayoría ya colaboraba activa y voluntariamente en todo el proceso, totalmente condicionados sicológicamente.
El fin llegó cuando un congresista estadounidense fue enviado a investigar la comunidad y realizar un informe, ante denuncias de algunos familiares de los "acólitos". Ni bien llegó la avioneta a la localidad, gente armada de Jones se hizo presente, asesinando al congresista y a varios periodistas que lo acompañaban.
Tras ello, Jones repartió dosis de cianuro agregadas a bebidas e hizo que todos las tomaran, tanto adultos como niños. Posteriormente, él mismo se disparó un tiro.
Si esto es la iluminación, sálvese quien pueda.
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9 comentarios:
Cuando esto ocurrió, yo tenía 12 años, sin embargo hasta el día de hoy lo recuerdo claramente.
La noticia fue impactante. Luego, en el correr de los años, he visto documentales varios y hasta una película sobre el tema.
Las sectas son una gran enfermedad y muy dificil de controlar y menos erradicar.
Hay muchisima gente de cabecitas "manejables" en el mundo, y varios que lo saben y aprovechan eso.
Aqui, caminando por el centro (y distintos barrios o el interior mismo) encontramos varios ejemplos. No tan extremistas como el de Guyana, claro, pero si podemos ver varios "lavadores de cerebros" pululando.
En fin ....
Por suerte hay quienes se despiertan a tiempo, les suena la alrma, como a tu amigo. Eso es lo bueno.
Me acuerdo muy bien del "episodio"; un autentico horror,la cuestión es que incluso hoy día aún pululan sectas de ese tipo y en nombre de vaya uno saber qué se las deja "operar" libremente...como dice Woody "En realidad, prefiero la ciencia a la religión. Si me dan a escoger entre Dios y el aire acondicionado, me quedo con el aire."
Un fuerte abrazo.
Esto sucedió antes de que yo naciera, es lamentable, pero peor aun que siga pasando.
Es extraño como la gente se deja persuadir a tal punto de arriesgar la vida,pero tambien es extraordinario como una sola persona puede inducir a tanto,esa convocación,ese seguimiento de las masas.No en vano la historia nos demuestra lo terrible que han llegado a ser algunos.
Mariolo:
Creo que acá se concentran más en sacarle la plata a la gente que en otra cosa.
Pero, aún así, si ese tipo de "templos" está lleno, quiere decir que hay muchas personas fácilmente influenciables (lo cual es terrible).
Un abrazo!!!
Adolfo:
Me encantó la frase de Woody, no anda muy lejos de la verdad, jajajajaja.
Es bravo el asunto de las sectas, sobre todo porque manejan a la gente como quieren.
En algunos países hay expertos que asesoran a las familias que intentan que el ser querido salga de ese "lavado de cerebro" y, aún así, a veces no logran nada.
Todo muy triste: en tiempos en que la gente debería ser cada vez más independiente en sus juicios y criterios, muchos andan como locos buscando una mentira a la cual aferrarse.
Va un abrazo!!!!
Natu:
Cierto, la historia nos da ejemplos muy válidos (pienso en Hitler, del cual se dice que tenía un poder hipnótico sobre las masas).
¿Será que la gente necesita pertenecer a algo más grande que ellos mismos? Como que sienten que un partido político o un grupo religioso les brindan algo concreto.
Vaya uno a saber!!!
Besos!!!
(Y estuvo lindo el debate que hicimos: armamos tremendo relajo y no vi que nadie nos felicitara, jajajajjajaja)
Tal cual Pelado, flor de quilombete armamos y los demás...nada!!!!jajaja estuvo muy bueno que se repita!!!!
besos
De terror, sencillamente, el poder que llegan a tener algunas mentes privilegiadas (como Hitler tuvo en su momento por ejemplo y tantos otros, eh?) sobre una masa determinada...lo malo es que suelen ser mentes desviadas y provocan lo que provocan: desgracias.
un beso mi Pelaíto, con esta entrada sí me provocaste un escalofrío.
Mary:
Los déspotas necesitan manipular la realidad para poder perdurar, es cierto.
Pero creo que el proceso arranca con una especie de "invitación" por parte de la gente: quieren desesperadamente que alguien les diga cómo pensar, qué hacer, etc.
Y son capaces de seguir al demente más grande, no tienen problema.
Besotes!!!
Hola Pelado. Te envio un enlace donde Santiago Camacho implica a la CIA en toda esta tragedia. Saludos
http://www.ivoox.com/sectas-y-poderes-en-las-sombras-santiago-camacho-audios-mp3_rf_134844_1.html
Nahim:
Gracias por aportar.
Te cuento que la CIA ya hacía experimentos de control mental y condicionamiento sicológico desde los años '50.
No sabía que estuvieran enredados en este asunto, pero no me sorprende.
Saludos.
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