miércoles, 15 de septiembre de 2010

EL MARTILLO DE LA SUERTE


A cualquier persona que trabaja con herramientas le molesta perderlas.
Por eso, el 16 de noviembre de 1992 no empezó siendo un buen día para Peter Whatling, granjero británico que tenía un predio cercano al poblado de Hoxne.
El hombre había perdido un martillo en el campo y quería recuperarlo a toda costa.

Viéndolo disgustado, su amigo Eric Lawes se ofreció a ayudarlo. Lawes estaba jubilado y se había comprado un detector de metales para usarlo como pasatiempo de fin de semana, buscando objetos en la playa y el campo.


Puesto a la tarea, pronto el buen Eric percibió inequívocas señales de algo metálico bajo la maleza.
Los amigos despejaron un poco el terreno y se dieron cuenta de que la señal provenía de algo que se encontraba en realidad bajo tierra.

Comenzaron a cavar y apareció un raro cofre de roble que identificaron como algo muy, muy antiguo. En vista de ello, procedieron a notificar a las autoridades locales.
Al día siguiente, se hizo presente en el lugar la Policía, acompañada de peritos y arqueólogos procedentes de Suffolk.
Y encontraron muchas cosas interesantes:


Al cabo de ese día, los expertos ya habían ubicado más de 15.000 monedas romanas de oro, plata y bronce.
Además, se hallaron brazaletes de oro, joyería diversa, estatuillas y un enorme número de cucharas de plata.






De acuerdo a las leyes británicas, procedió a hacerse un avalúo del tesoro (un avalúo monetario, puesto que su valor histórico es incalculable).
De resultas de dicha tasación, posteriormente el Museo Británico adquirió el tesoro (gracias a su propio presupuesto y a muy generosos donantes), acordando un precio de 1.750.000 libras con los propietarios (es decir, el granjero y el jubilado).

El Tesoro de Hoxne, como se le llama desde entonces, es una de las exhibiciones más visitadas en Londres.
No en vano, pues además de las monedas romanas, que de por sí constituyen un notable hallazgo, se pueden ver más de 200 artículos de joyería y utensilios diversos (entre ellos, varios pimenteros que fueron calificados como objetos notables por los arqueólogos).



¿Y el martillo? Sigue perdido en el campo, nunca fue hallado.
Tampoco creo que el granjero lo extrañe demasiado.

6 comentarios:

Ferchu dijo...

Que siga perdiendose herramientas ese es mi negocio jejeje

Muy bueno el post Pelado

pelado1961 dijo...

Entonces, que sigan desapareciendo los martillos, jajajjajaja.
Y capaz que te ponés a vender detectores de metales también!!!

Un abrazo.

vale dijo...

que impresionante esos pimenteros flor de laburo! yo vivo perdiendo cosas y no tengo detector de metales aunq dudo q en mi fondo alla ningun tesoro el perro ya se encargo de escarbar todo :$

Mariolo dijo...

Que carajo me importa el martillo.

Aunque ahora lo buscaría de gusto para ponerlo en una vitrina y reverenciarlo.

pelado1961 dijo...

De acuerdo con eso.
Para contarle a los nietos: "gracias a este martillo, el abuelo se ganó un vagón de plata.....y se la gastó toda!!!!"

pelado1961 dijo...

Vale:

Ese perro vale oro, jajajajja.
Se lo prestabas al granjero y encontraba en dos minutos todos los tesoros romanos!!!!
Un grosso.

Beso.