miércoles, 24 de marzo de 2010

EVAPORADOS


Un día de 1850 el mar se presentaba muy picado en las cercanías de Easton Beach (Rhode Island, USA).
De todas formas, un grupo de pescadores locales se encontraba trabajando cerca de la costa, cuando de pronto vieron acercarse un enorme velero.

El buque parecía dirigirse hacia los arrecifes del canal, por lo cual trataron de atraer su atención gritando y gesticulando para que cambiara de rumbo.
Y en cierto momento, fue evidente que lograron su propósito: el velero desvió su ruta y se dirigió a tierra por el angosto canal, mostrando gran pericia de la tripulación.

Tanto los pescadores como otros lugareños se dirigieron al sitio para recibir a los tripulantes y, más aún, felicitar al capitán por la maestría que acababa de mostrar en esa maniobra salvadora.



Sin embargo, para su total asombro, no había ningún ser humano a bordo.
Apenas un perro asustado, sentado en cubierta.

La recorrida del barco les deparó una siniestra sorpresa: el café hervía en la estufa de la cocina y el desayuno lucía recién servido en la mesa de la tripulación. Aún era fuerte el aroma del humo de tabaco en el lugar.

El barco era el "Seabird", al mando del capitán John Durham. Venia de Honduras, con una carga de maderas diversas y café.
La última anotación en la bitácora indicaba que habían visto el arrecife Brenton, a varias millas de tierra.

En el curso de la investigación que se realizó, se constató que un buque intercambió señales con el Seabird un par de horas antes de que arribara a la costa. Había tripulación a la vista.

Lo que pasó en esas dos horas siguientes nunca se pudo constatar.
Ni del capitán ni de su tripulación volvió a saberse nunca.

2 comentarios:

Ferchu dijo...

O el perro sabia navegar...o algo paso que nunca sabremos...como el Mary Celeste.

pelado1961 dijo...

Exacto, Ferchu: todo hace pensar en lo del Mary Celeste (y otros buques que corrieron suerte parecida).

Un abrazo.