La que voy a contar a continuación es una leyenda urbana que escuché siendo niño, contada por "
Pablito el Vejete".
Con el correr de los años y la vida, me crucé con mucha gente que tenía su propia versión de la historia, la cual le había llegado por diversas fuentes. A falta de otro nombre, vamos a llamarla "
Un Mercedes de ocasión":

Todo comienza en Montevideo, con una persona que está leyendo los avisos clasificados de un diario. En el rubro "automóviles", le llama la atención uno donde se vende un Mercedes Benz: no es para menos, ya que la descripción del coche es sensacional, pero el precio que figura en el aviso es totalmente irrisorio.
Pronto se olvida del asunto, pensando que el precio está mal puesto o que, simplemente, han omitido un par de ceros al mecanografiar el texto.

Pero a la siguiente semana el aviso se repite con igual precio. ¿Será posible que el vendedor no haya reclamado en el periódico por el error cometido?
Finalmente, nuestro protagonista decide (en un arranque de curiosidad) pasar por la dirección señalada en el anuncio, ya que no se indica ningún teléfono donde pueda corroborar la cifra.
Llegado al sitio, es atendido por una dama (a todas luces, de alcurnia) que le muestra personalmente el auto: ni más ni menos que un lujoso Mercedes equipado a full. Cuando llega el momento de fijar el precio, la mujer repite el que figura en el aviso: una cifra ridícula.
Los tributos y seguros del auto están al día, los comprobantes lo corroboran.
Entonces, el protagonista se decide: paga y recibe las llaves a cambio, junto con un recibo y los documentos necesarios para poner el coche a su nombre.
Pero no puede con su curiosidad, le pregunta a la dama si conoce el valor real del auto que le ha vendido.
"Por supuesto que lo sé", le contesta la mujer, "así como comprendo que usted sea el primer interesado en aparecer, ya que todos deben pensar que hay un error en el precio".
"Pero mi marido, el dueño del auto, falleció hace poco", continúa diciendo, "y en el testamento le dejó a su amante el producido de la venta de este Mercedes"
"Y yo me voy a encargar de que reciba este dinero, ni un centavo más", concluyó.
El comprador, boquiabierto, se subió a su nuevo auto y se fue (seguramente pensando que las mujeres son bastante más siniestras y vengativas que los hombres, al menos para ciertas cosas)