
El edificio del Hospital de Santa Cruz (Chile) ya tenía sus buenos años, de modo que la noticia de su remodelación y reconstrucción fue muy positiva.
Por supuesto, nadie podía saber lo que iba a suceder apenas se iniciaron las obras: dos extrañas apariciones se dieron cita en el lugar, vaya uno a saber de qué forma convocadas.
La primera de ellas era el fantasma de una niña. Vestida de blanco por entero, la pequeña recorre por la noche las salas del hospital. Es llamada "la niña de los martes", pues sólo es vista ese día de la semana.
Al parecer, se limita a observar a todos sin causar ningún daño, desapareciendo luego tan de golpe como aparece.
Distinto es el caso de la segunda aparición: un sacerdote muy anciano, de sotana blanca.
Esta figura, con un rosario en sus manos, aparece muy cada tanto pero nadie desea verla.
El motivo es que se presenta ante un enfermo en particular cada vez, dándole una extraña bendición y "sentenciándolo" al mismo tiempo, pues a los pocos días la persona fallece.
Ni los empleados del hospital ni los obreros que trabajan en el nuevo edificio desean hablar demasiado del asunto. Apenas un empleado con muchos años en el lugar accedió a ser entrevistado por un periódico local.
Su teoría (que puede ser tan buena como la de cualquier otro) es que, tanto la niña como el sacerdote, son fantasmas de personas que fallecieron en el hospital en tiempos muy lejanos.
Supone que la niña busca a alguien en particular, que no puede encontrar.
En cuanto al curita, no quiere ni mencionarlo. No sea cosa que lo "bendiga".

Así como ven en la figura que antecede, quedará el nuevo Hospital de Santa Cruz una vez que esté finalizado por completo. Quizás entonces cesen los fenómenos extraños.