viernes, 10 de julio de 2009

PROXIMA PARADA: ¿URANO?


A la hora de determinar de dónde vienen los alienígenas y cuáles son sus intenciones, una fuente de información que parecería confiable es, precisamente, el lugar de donde dicen venir y lo que dicen pretender los propios seres.
Puesto que se cuenta con décadas de contactos documentados, no es descabellado empezar por esa información.

Sin embargo, representa (lo digo desde ya) un camino sin salida.

¿Por qué? Porque en la gran mayoría de los casos, parecería que los seres alienígenas dicen lo que queremos escuchar, ni más ni menos. Y no se comportan en forma lógica.
Para ejemplificar esto, les voy a comentar un caso que sucedió en 1947 en Brasil: el caso Higgins.

José Higgins era un topógrafo que se encontraba trabajando junto a una numerosa cuadrilla en un campo de la Colonia Goio-Bang, cerca de la localidad de Campina do Amaral (municipio de Pitanga en aquella época).

La fecha es el 23 de julio de 1947 y Higgins está en plena zona agreste en su tarea.
De pronto, todos escuchan un extraño sonido agudo que aumenta de intensidad rápidamente.

Acto seguido, observan un objeto metálico de forma discoidal y color gris, que se posa a unos cincuenta metros de distancia.

El dibujo que sigue está basado en los testimonios de los testigos:



Ni bien el aparato se posó en el campo, algunos peones huyen despavoridos. Otros testigos hacen lo mismo luego de observar por menos de un minuto el "platillo".
Sólo Higgins permanecerá en el lugar, con algo más de curiosidad que de miedo.

La nave mide unos 45 metros de diámetro y se nota una especie de ventana en ella.
Pero Higgins no puede examinarla con calma: se abre una puerta y por ella descienden tres seres de más de dos metros de altura.

Su vestimenta es extraña: sobre ropas comunes, una especie de "mono" o "mameluco" transparente que parecía contener aire y les cubre por entero (cabeza incluída). Llevan una mochila metálica a la espalda.

Los seres eran idénticos, no se diferenciaban rasgos distintos entre ellos: todos tenían cabeza calva, ojos enormes y redondos, eran lampiños. Pese a su tamaño se movían con agilidad, hablando entre sí una lengua que Higgins no reconoce.

Los alienígenas no pierden el tiempo: uno de ellos apunta un pequeño tubo metálico a Higgins y le señala la nave: le está indicando que suba a ella.

El hombre se alarma, gesticula, agita los brazos: trata de saber adónde lo llevan.

La respuesta le llega: uno de los seres toma una vara y dibuja en el piso siete círculos concéntricos con un punto central. Alternativamente, señala ese punto central con la vara y le señala el Sol a Higgins. Luego señala el séptimo círculo para indicar adónde irán: es el planeta Urano.



Llegados a este punto, Higgins se alarma por completo (y con toda razón, agrego yo).
Toma una medida desesperada: saca de su billetera una foto de su esposa, la muestra a los seres y trata de hacerles comprender que desea ir a buscarla para abordar juntos la nave.

Los alienígenas señalan una dirección contraria a la nave, parecen decirle que vaya y traiga a su compañera. El hombre se dirige hacia el monte y se oculta en la espesura, sin dejar de espiar a los seres.

¿Qué hacen éstos? Esperan durante una media hora, tiempo que dedican a dar grandes saltos y arrojar algunas piedras a grandes distancias, como si jugaran. Luego se van a su nave, que levanta vuelo y pone rumbo al norte.

¿Qué se puede concluir?

Para empezar, pensemos en qué año sucedió el caso: 1947. En esa fecha, era razonable suponer que, si existían extraterrestres, podían venir de otro planeta de nuestro sistema solar (la exploración espacial tal como la conocemos, no existía: faltaban diez años para el Sputnik).

O sea: los seres le dieron a Higgins una respuesta acorde a la época, pero que hoy sabemos imposible. Mintieron.

En segundo lugar, recordemos la apariencia de los alienígenas: no hay rasgos que permitan diferenciar un individuo de otro. Esto es totalmente absurdo, pues tres personas cualesquiera son perfectamente distinguibles, sea por lo que sea.
O sea: Higgins no vio individuos reales, sino algo que le pusieron delante como "intermediarios" (y el que fabrica muñecos los fabrica todos iguales, al menos en principio).

En tercer lugar, llama la atención la vestimenta y equipo de los seres: es más o menos lo que por esa época cabía esperar de un "visitante espacial" según las historietas (mochilita a la espalda incluída).
O sea: le mostraron lo que esperaba ver.

Por último, es memorable la conducta de los alienígenas, cuando menos por su "ingenuidad": ¿esperan que Higgins vuelva con su esposa y se suba a una nave con destino a Urano?
¿se quedan tonteando y tirando piedras mientras tanto????

No es la conducta que cabe esperar de un ser racional, por supuesto. Pero si pensamos en términos de un androide o un robot puesto en stand-by, puede que lo veamos más claro.

Como sea, de algo estoy seguro: si Higgins hubiera subido sin chistar a esa nave, la siguiente parada no era el planeta Urano. Por suerte para él, no agarró viaje.

4 comentarios:

Ferchu dijo...

Me llamo la atencion que le permitieron que fuera a buscar a su mujer...con que oscuras intenciones, ojo al gol con los ET. jejejjeje

Yo pienso que si alguien viene desde el otro lado de la galaxia, no es por mera curiosidad, sino porque estan buscando algo que a ellos les sirva y tal vez tengamos nosotros...

pelado1961 dijo...

Bueno, no lo había pensado de esa manera, jajajjaa.
(Muy pillines los alienígenas!!).

Es una buena posibilidad la que anotás, Ferchu: que quieran algo que tenemos. Me pregunto qué puede ser.

Mariolo dijo...

A Paco Casal, parece que allá se les armó relajo con la mutual interplanetaria y ...

ta, dejemos el divague.

Que los hay los hay, pero a veces creo, es más factible la teoría de que nadan mezclados entre nosotros, a que vendran a invadirnos, o llevarnos, o que son de tal forma, etc etc.

Gonzalo Aguirre está ahi, a la vista de todos y nadie dice nada

pelado1961 dijo...

Mariolo:

Si les mandamos a Paco, nos declaran la guerra, jajajajajja.
En cuanto a Gonzalo Aguirre, si lo ve Mulder se vuelve loco, jjejejee.