
Los otros días, recibí un correo basura (spam) donde me alertaban sobre "
los peligros de la música rock, vehículo del satanismo". Además me ofrecían, previo envío de un donativo de mi bolsillo, una publicación que "
lo ayudará a prevenirse contra esa música diabólica".
Demasiado tarde, pensé yo. Por un lado, porque hace unos treinta y cinco años que escucho rock.
Por otra parte, porque hace muchos años ya que oigo estas tonterías y sandeces: los intentos de mostrar el rock como una música pérfida y satánica, culpable de todos los males de la sociedad.
Si mal no recuerdo, mi primer contacto con esas ideas surgió por los años '70. Una compañera de liceo andaba leyendo una biografía de Charles Manson (el famoso criminal), donde se decía que la inspiración para cometer sus tropelías le había llegado de "
Helter Skelter", una canción del "Album Blanco" de los Beatles.
Por tanto, el autor del libro se despachaba a gusto, dándole palos al rock y a la "nefasta influencia" que ejercía sobre la sociedad.
Como cualquier canción de los Beatles, ya la habíamos escuchado un millón de veces. Pero nos reunimos después de clases y pusimos el vinilo para ver qué encontrábamos en su letra.
¿El resultado? Nada.
Aún aquellos que gozaban de un extenso dominio del inglés (vía "Anglo" o "Alianza") encontraron que la canción sólo hablaba de tirarse por un tobogán y de una amante, nada más. Punto.
Lo mismo daba que te inspirase para el crimen o para la repostería, todo estaba en tu cabeza y no le eches la culpa a la pobre canción (bastante mala, por cierto).
De allí para adelante, fueron muchas las veces que supe de intentos de asociar al rock con el satanismo.
Uno de los blancos más obvios fue, por supuesto, Alice Cooper:

El buen
Vincent Fournier (que así se llama Alice Cooper) fue uno de los pioneros en el asunto de unir rock y teatralidad. Creó de sí mismo un personaje irreverente, liderando una buena banda de rock y alimentando un mito oscuro gracias a un marketing inteligente y una adecuada exposición en los medios.
El asunto es que muchos pacatos y comesantos se lo creyeron todo, poniendo el grito en el cielo (mientras Alice facturaba).
Varios pastores en USA se interesaron en saber más sobre los shows y los discos de la banda. Por supuesto, quedaron horrorizados cuando vieron guillotinas, sillas eléctricas y sierras en la escenografía, así como letras que les parecieron infernales.
Conclusión: Alice Cooper fue boicoteado por diversas comunidades y, al mejor estilo Inquisición, sus discos fueron quemados en varios eventos religiosos, en símbolo de rechazo.
Y no sólo en USA: también fue censurado en España, donde el tema "
Hallowed be my name" ("Santificado sea mi nombre") fue misteriosamente "erradicado" de algunas ediciones del vinilo correpondiente ("Love it to death").
Sigamos con otro favorito de los que ven al diablo en los discos: Black Sabbath:

El nombre de la banda no nació de una misa negra ni nada por el estilo: al principio se llamaban "Earth", pero eso produjo que los confundieran con otro grupo del mismo nombre.
Frente al lugar donde ensayaban había un cine, que un día se puso a proyectar una película de terror "clase B", llamada (ya lo adivinaron) "
Black Sabbath".
Y el nombre les gustó y quedó así.
Cierto es que el bajista de entonces (Geezer Butler) compondría luego la letra de una canción del mismo nombre que la banda, habiéndose inspirado en obras ocultistas. Pero eso es harina de otro costal.
Las siguientes acusaciones de satanismo recaerían sobre los Rolling Stones:

Todo empezó así: la imagen que ven aquí es la carátula del disco "Their satanic majesties request", un pésimo intento de los Stones de subirse al carro del rock sicodélico.
Una pifia, como quien dice.
Pero bastó que el título los presentara como "majestades satánicas" para que llovieran palos de los predicadores de todo pelaje. De ahí en adelante, se los calificó como adoradores de Satán y punto.
Con el tiempo, llegó la (fabulosa) canción "Sympathy for the Devil" y no hizo más que empeorar las cosas. La letra habla muy claramente de los actos malvados que comete el ser humano y de cómo el Diablo se aprovecha de ellos. Pero como cada quien entiende lo que le parece, en vez de ver ironía y denuncia, mucha gente creyó que se trataba de una apología de la maldad.
Pasemos la hoja, para encontrar a unos candidatos insospechados: Kiss.

Kiss es una banda que, ya de entrada, fusionó el rock con la teatralidad: sus componentes eran personajes y no personas propiamente: maquillaje mediante, un "demonio" (Simmons), un "chico estrella" (Stanley), un "hombre del espacio" (Frehley) y un "felino" (Criss) aparecían en escena y realizaban un sobrecargado espectáculo.
Más allá de que el personaje de Simmons era un "demonio", que las letras de Kiss solían hablar de sexo y parranda, o que la puesta en escena era "violenta", los pacatos de siempre comenzaron a ver cosas "diabólicas" en la banda.
Memorable, por ejemplo, fue el predicador que declaró a la prensa haber "descubierto" que el nombre de la banda significaba en realidad "
Knights
In the
Service of
Satan" (Caballeros al servicio de Satanás), en tremendo esfuerzo imaginativo de su parte.
Con el tiempo, Kiss abandonaría su maquillaje, conocerían altos y bajos en su carrera, sustituirían integrantes, se separarían y se reunirían como toda banda de larga data. Y listo.
Los siguientes son "número puesto" para los religiosos que buscan a Satanás en un CD: Iron Maiden:

Iron Maiden es una buena banda inglesa que se formó allá por 1976. La suerte (o el diablo, por caso) no les ayudó mucho al principio: en pleno auge
punk, nadie quería saber de una banda de
heavy metal londinense.
Recién en 1980 lograron lanzar su primer álbum y no fue hasta el '82 cuando alcanzaron el éxito mundial.
Por supuesto, un título de álbum como "El número de la bestia" les ganó un montón de críticas y acusaciones de efectuar "apología del satanismo". De ahí para adelante, todo arreció y la banda fue una de las más atacadas por religiosos y predicadores a lo largo de los años.
Naturalmente, no nos podemos olvidar de otras bandas como AC/DC, Judas Priest y muchas otras que, en algún momento de sus carreras, fueron señaladas como "satánicas": imposible nombrarlas a todas.
Y también están quienes hacen gala de serlo, como todos los grupos dentro del género que se ha dado en llamar "
black metal". Con respecto a estas últimas bandas, la mayoría son un mayúsculo desastre cuyos discos no pasan de ser un montón de gruñidos y gritos, adornados con tres acordes monótonos.
Si el Diablo los escucha, sale corriendo.