domingo, 3 de julio de 2011
LO INEXPLICABLE
La investigación parapsicológica tuvo, en las primeras décadas del siglo XX, un apogeo bastante complejo. Lo ridículo se mezclaba con lo serio, lo científico con lo circense. En medio de ese entrevero, una serie de investigadores se abría paso lo mejor que podía.
Uno de ellos fue Samuel G. Soal, profesor de matemática en la Universidad de Londres, quien se interesó por los fenómenos paranormales y se unió a la Sociedad para la Investigación Psiquica, grupo que intentaba explorar y sistematizar dichos fenómenos.
Soal era considerado "un hueso duro de roer", es decir, alguien que estaba muy lejos de ser un crédulo fácil de engañar. Por eso mismo es interesante el caso que les voy a contar, en el cual intervino personalmente.
Allá por 1920, los investigadores de la Sociedad tomaron conocimiento de una señora llamada Blanche Cooper, quien se suponía era "clariauditiva". Es decir, tenía la facultad de oir sonidos o comunicaciones, voluntarias o involuntarias, de personas (vivas o muertas) a gran distancia.
El profesor Soal comenzó a participar en las sesiones donde se investigaba a la señora Cooper. A través de esas jornadas, ya había escuchado a la mujer emitir diversas voces de personas que se "comunicaban", pero no hallaba nada de particular o significativo.
Un punto de inflexión comenzó cuando la señora Cooper anunció en una sesión que su "comunicador" de ese día era Frank Soal, nada menos que un hermano fallecido del propio profesor. Ya en estado de alerta, Samuel escuchó las palabras pronunciadas por la mujer, pero ni siquiera encontró que la voz se pareciera a la de su hermano.
Las sesiones se prolongaron con diversos "comunicadores" y Soal no encontraba nada remarcable en ellas. Hasta que un día sucedió algo particularmente extraño:
"Frank está aquí, señor Soal. Y ha traído a alguien que usted conoce.", anunció la mujer.
Comenzó a hablar y, por vez primera, el profesor Soal supo que estaba ante una voz conocida. Pero no lograba asociarla con un nombre. De todas formas, tras hablar un rato, la voz se identificó como Gordon Davis, antiguo compañero de estudios del profesor. Allí fue cuando Soal identificó plenamente la voz, que concordaba con la de esa persona, a quien no veía desde unos quince años atrás.
Y la voz continuó hablando, relatando punto por punto la última conversación que había tenido con Soal, cuando se encontraron en un andén de trenes. El profesor no dijo nada en el momento, pero la conversación relatada era correcta en un cien por ciento. Decidió poner a prueba a la señora Cooper y dejar que continuara hablando la voz, para ver si caía en equivocaciones.
El momento del error pareció llegar cuando la voz de Gordon Davis explicó cómo era la casa en la que vivía actualmente. Por lo que el profesor Soal sabía, Davis había muerto en la guerra, de modo que la equivocación era apreciable.
Para ver qué decía la señora Cooper, el profesor pidió más detalles de la casa de Davis. Y la voz describió exhaustivamente la casa por fuera, además de dar muchos detalles de los ambientes, los cuadros, un par de candelabros de bronce muy extraños y un pajarito negro sobre el piano.
A esa altura, Soal estaba plenamente convencido de que la señora Cooper se inventaba todo. Había acertado en la conversación que tuvo con Davis, pero podía ser una casualidad, porque la charla había versado sobre temas comunes a cualquier par de condiscípulos que se encontrase siendo adultos.
Luego de esa sesión, Soal dejó de asistir y fue relevado por otro investigador. Consideraba que no había nada interesante en Blanche Cooper, salvo una gran imaginación.
Pero cambió de opinión cuatro años después, cuando se encontró por casualidad con Gordon Davis, quien no había muerto en la guerra y trabajaba como agente de bienes raíces en Southend.
Davis lo invitó a su casa y, para sorpresa del profesor Soal, era idéntica a lo relatado por Blanche Cooper (incluyendo hasta los raros candelabros y el pajarito negro sobre el piano).
Por supuesto, el caso tuvo todos los ribetes necesarios para ser inexplicable. Por un lado, porque la señora Cooper había cometido varios errores (las voces anteriores a la de Davis no eran identificables con las que personas en cuestión). Por otro lado, porque el profesor Soal no tenía en mente a su antiguo condiscípulo el día que la voz de Davis apareció (con lo cual se elimina la posibilidad de que la señora Cooper "tomara" los datos de las personas presentes en la sesión).
Y por último, lo más raro de todo: en el momento en que se realizó esa sesión, Gordon Davis vivía en otro lado y nunca había visto la casa en cuestión. Ni él mismo sabía que se mudaría allí.
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10 comentarios:
Entro Siempre!! Todos los días reviso tu blog!!
Nunca dejes de copartir!
Sos un groso!
Saludos!
Gracias por tu amable comentario.
Me alegro que te interesen los posts.
Un abrazo.
Sorprendente!
Gracias por compartirlo!
Tal vez la mujer esta...podía comunicarse con las personas a través del tiempo...qué locura!!!
Saludos Pelado.
yo tbn soy habitue de tu sitio: espectacular!
mas de una vez trate de saber de donde obtener toda esta info pero nunca pude.
brillante.
gracias
Anónimo:
Gracias por comentar!!!
Ernesto:
El asunto es bien raro, no cabe duda.
Hay cosas que son inexplicables, por lo menos en términos de azar o coincidencia.
Va un abrazo.
Querosén:
Me alegro que te guste el blog.
Acá siempre vas a encontrar cosas locas, jajajjaja.
Saludos.
Creo que a todos nos encantaría en algún momento poder ser clariauditivos y poder escuchar el sonido de aquellas personas tan queridas, de algún modo sería como si aún estuviesen aquí.
El post como siempre muy interesante y entretenido.
Besos.
Rosa:
Qué emociones despertaría ese tipo de posibilidad, ¿no?
Lo curioso en este caso es el "entrevero" en el tiempo que se armó.
Me alegro que te haya gustado el post.
Beso.
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