jueves, 28 de julio de 2011

EL ENIGMÁTICO FINAL DE UN AVENTURERO


Charles Nungesser fue la clase de hombre que amerita una película de aventuras.
Nacido en Francia en 1892, pronto descubrió que los estudios no eran lo suyo, al punto que si en algo destacó en la Escuela de Artes y Oficios, fue en las disciplinas deportivas y en especial en el boxeo.

Luego de concluir su formación, ya el espíritu de aventura le susurró al oído: se vino a América del Sur con la excusa de ubicar a un tío suyo, lo cual le permitió radicarse primero en Río de Janeiro y luego en Buenos Aires, ganándose la vida como mecánico inicialmente, como corredor de autos después y, en el interín, aprendió a pilotear aviones.

Amigo de las emociones y el peligro, cuando estalló la Primera Guerra Mundial volvió a su país para sumarse a filas. Le tocó integrar la caballería, algo bastante lejano de sus intereses. Pero gracias al valor demostrado en algunas acciones, le otorgaron una medalla y accedieron a transferirlo a la aviación.
Ahora sí que el buen Charles estaba en su salsa:


Lo cierto es que no defraudó en su nuevo destino. Se convirtió en un as de guerra, a bordo de su avión de combate: lograría cuarenta y tres derribos oficiales, convirtiéndose en uno de los principales pilotos franceses de la guerra.
Su carrera militar estuvo condimentada con todos los ingredientes de una vida aventurera: volaba sin permiso, fue herido en muchas ocasiones, cumplió misiones que nadie le había mandado, fue condecorado múltiples veces, etc., etc.

Consiguió terminar la guerra en una pieza, que es más de lo que pudo decir gran parte de su generación. Pero al igual que para todos los combatientes desmovilizados, se le abría una gran interrogante: ¿qué hacer con su vida de allí en adelante?

Intentó encaminarse en los negocios y abrió una escuela de vuelo. Pero fuese por los pobres resultados o por la falta de emoción, al tiempo se fue a Estados Unidos. Allí se le presentó un panorama interesante: las películas de aviación estaban haciendo furor y, por lo tanto, eran bien recibidos los aviadores con agallas para trabajar en ellas y hacer escenas riesgosas.


Pero eso tampoco le resultó suficiente y se lanzó a una aventura mayor: los vuelos de larga distancia y los récords.

La oportunidad dorada se le presentó por casualidad. Francois Coli, un navegante que estaba en esa actividad, planeaba un viaje sobre el Atlántico con el piloto Paul Tarascon. Pero cuando este último tuvo un accidente, se vio obligado a buscar un reemplazo, que sería nuestro amigo Charles.

Fue así que prepararon todo y en 1927 se lanzaron a la aventura. Equiparon un avión al que bautizaron "L'Oiseau Blanc" (el ave blanca) y planificaron lo necesario para cubrir sin escalas un viaje de París a Nueva York.
Partieron el 8 de mayo y fueron vistos por última vez sobre Irlanda, dentro de la ruta esperada. Sin embargo, nunca llegaron y jamás se encontraron restos o indicio alguno de lo que pudo ocurrirles.

En su época ganó terreno una leyenda urbana, que indicaba que el navegante no quería poner en el avión el emblema utilizado por el piloto, por considerarlo excesivamente alusivo a la muerte y portador de mala suerte para la ocasión.
Pero Charles se negó a quitarlo y, como se ve en las fotos, se usó en el avión de la expedición:


Honestamente, creo que una calavera con dos tibias cruzadas, más un ataúd, no es lo más apropiado para un vuelo de esta clase (aunque debió ser un magnífico emblema para un piloto de combate).

Un par de semanas después de este vuelo fallido, el gran aviador Lindbergh realizaría el trayecto en sentido inverso (Nueva York-París).

Como dato para los futboleros, les cuento por último que el club francés Valenciennes (de la primera división) bautizó a su estadio con el nombre del intrépido piloto francés: Charles Nungesser.

4 comentarios:

Rosa dijo...

Pués si que era inquieto este hombre pero por lo que veo es muy posible que nunca sepamos que ocurrió durante el vuelo que le hizo desaparecer.
Besitos.

Mariolo dijo...

Venía tan buena la historia que me dejó mal el que no pudiera concretar esa crzada

pelado1961 dijo...

Rosa:

Creo que nunca se sabrá lo que pasó, pero ese emblema que usaba....no era de buena suerte!!!

Beso.

pelado1961 dijo...

Mariolo:

En caso de lograrlo, hubiera sido el Lindbergh de la Historia.

Va un abrazo.