martes, 23 de agosto de 2011
HUMANOIDES: EL PRIMER CASO ARGENTINO
La ufología no está libre de las mismas influencias que suelen opacar cualquier otra clase de estudios: el continuo mirar a la cultura anglosajona, como si ésta fuera la única existente.
Con ánimo de evitar esta esta especie de "astigmatismo cultural", hoy les traigo un caso que habría dado la vuelta al mundo noticioso y del que se habrían escrito numerosos artículos...caso de haber sucedido "en el lugar apropiado".
Pero aconteció en Argentina.
El 18 de febrero de 1950 se presentaba como un día común y corriente en las cercanías del Lago Argentino (Santa Cruz, Argentina). Más aún en un medio rural agreste, donde las jornadas están marcadas por las tareas rutinarias. Pero para Wilfredo Arévalo, ese día iba a resultar inolvidable.
Wilfredo era un estanciero y estaba recorriendo sus tierras en camioneta, cuando notó unos objetos brillantes en el cielo. Eran cerca de las 18:30 y en las postrimerías de la tarde, el sol reflejaba su luz en ellos.
Pensando que fuesen aviones, el estanciero detuvo su vehículo y se bajó para observar mejor. Pero pronto notó que los objetos no eran aviones, sino aparatos discoidales que se aproximaban a tierra.
El señor Arévalo no conocía nada acerca de OVNIs o extraterrestres. Jamás había leído algo sobre el tema. Por lo tanto, su primer interpretación fue que se tratase de algún nuevo tipo de aparato aéreo, que estuviese probando la Fuerza Aérea Argentina.
Esperó entonces, pensando que los "pilotos" harían una pasada sobre la estancia y continuarían su vuelo. Sin embargo, se sobresaltó un poco cuando notó que las máquinas seguían su descenso, hasta que por fin una de ellas aterrizó y la otra se mantuvo suspendida a unos veinte metros del suelo.
Pero "sobresalto" es una palabra leve para describir lo que Arévalo sintió cuando observó detenidamente el extraño aparato posado en tierra a unos metros de su persona: el examen objetivo de lo que tenía ante sí, le convenció plenamente de que no se trataba de una máquina de factura humana.
He aquí lo que el estanciero dibujaría posteriormente. Véanlo y después les comento lo que Arévalo describió:
Se trataba de un aparato circular, en cuyo derredor se notaba lo que parecía un plano giratorio muy luminoso. En la parte superior, una cabina transparente permitía ver en su interior la frenética actividad de cuatro "seres" que, definitivamente, no eran humanos: bastante más altos que una persona común, los cuatro eran idénticos en sus semblantes y facciones, "tan pálidos como si se tratase de muertos".
Parecían consultar instrumentos de a bordo, absortos en sus tareas hasta que uno de ellos notó la presencia de Arévalo. Fue entonces cuando dirigieron hacia el estanciero "una especie de reflector" muy potente, al punto que tuvo que cubrirse la vista.
Aún así, alcanzó a notar que se incrementaba "un vapor azul-verdoso" que ya había notado sobre el aparato (y no debajo de éste), al tiempo que la máquina se elevaba, desapareciendo luego junto con la otra en dirección a la frontera chilena.
Arévalo estaba ahora decidido a investigar, pero no se sentía bien. Se fue a su casa y volvió al día siguiente con una partida de peones. Constató que la zona donde el aparato se había posado estaba chamuscada, pero fuera de eso no se veían otros indicios.
Pensando que otros estarían más capacitados para explicar el caso, denunció el hecho ante la aviación militar argentina y dio cuenta del mismo a los periodistas de "La Razón".
Sesenta y un años después, aún permanece inexplicado este episodio. Y conforme siga pasando el tiempo, entrará sin dudas en el limbo del olvido, hasta convertirse en algo que "nunca sucedió".
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8 comentarios:
pues qué raroo, yo sí creo q existen todas esas cosas pero realmente es difícil de creer q una persona común y corriente puede vivir algo así....lástima q no había celulares con cámara, todo se habría resuelto tan rápido....saluditosss!!
Muy lindo verlo de lejos, leerlo; que nos guste todo este tema ... pero estar ahí, con este aparato y estos seres ahí, delante tuyo ... Flor de ca..so
QUERIDO PELADO,,ESTOS HUMANOIDES NO SON NADA EN COMPARACION CON LOS QUE TENEMOS EN ESTE MOMENTO POR ESTOS LADOS.
CARIÑOS.
Renata:
Creo que hay que situarse en la época para juzgar este episodio: casi nadie hablaba de OVNIs por entonces (y menos que menos, en el medio rural argentino).
Por eso es que creo en la veracidad de este testimonio.
Si se diera hoy en día, con la posibilidad de sacar un celular del bolsillo y tomar unas cuantas fotos, tampoco hay que olvidar que la tecnología nos ha provisto de los medios para trucar fotos como queramos.
Son cosas raras e inexplicables, sin duda.
Beso.
Mariolo:
Creo que el secreto radica en...mantener la distancia apropiada, jajajjaa.
Por algo dicen que "la curiosidad mató al gato"!!!!
Todo muy lindo, pero nos quedamos quietos y miramos de lejos.
Va un abrazo.
Anónimo:
Creo comprender claramente el sentido de tu comentario, jajajjajajaja.
Bienvenido al blog (si es que no lo has visitado antes)
Siendo Lago Argentino, para mí es Néstor que volvió... Pero se pasó de largo en la fecha...
Un abrazo.
Radioaficionado:
Se pasó de largo considerablemente!!!!
(Igual, no sé si sería el hombre, porque no le hizo ningún discurso al estanciero...)
Un abrazo.
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