jueves, 4 de agosto de 2011
EL HOMBRE QUE NUNCA ESTUVO
Si de viajeros en el tiempo hablamos, una de las leyendas urbanas más persistentes a través de los años es la que voy a compartir con ustedes hoy.
La historia transcurre en el año 1950, para ser más exactos se trata de un día del mes de junio.
El lugar es la ciudad de Nueva York, ya por entonces bulliciosa y multitudinaria. Y la ubicación precisa de los hechos es en Times Square, sitio transitado por miles de personas al cabo de la jornada.
Es una noche calurosa y agradable. Ideal para pasear. Como sea, Times Square está, a esas horas, poblado de gente que va y que viene, sea al cine, sea a cenar o simplemente ensimismados en sus asuntos.
Pero por muy absortos que vayan, algunas personas notan un extraño fenómeno en una esquina: una difusa neblina, que da paso a una luz muy brillante (como un fogonazo) y, al fin, se ve claramente a un hombre que aparece prácticamente "de la nada".
Los testigos afirman que el hombre miró a su alrededor con total estupefacción, la cual dio paso enseguida a un manifiesto terror. Emprendió una carrera, que fue breve y desordenada, entre el tránsito callejero. El resultado fue que un auto lo atropelló casi de inmediato.
Murió en el acto. Aparentaba tener unos treinta años.
Los problemas comenzaron cuando la Policía intentó establecer la identidad del occiso. Vestido como si hubiera salido del siglo XIX, en sus bolsillos solamente encontraron unas monedas y unas tarjetas de visita. Lo curioso es que las monedas eran de 1870, por lo cual se apuntó a la idea de que fuera un coleccionista o anticuario.
Las tarjetas de visita ayudaron, pero no mucho. En ellas se leía sólo un nombre (Rudolph Fentz), sin dirección o teléfono alguno. Apenas con una mención debajo: "Bolsa", que tampoco condujo a nada.
Los días pasaron y las pistas no surgían. Nadie reportó desaparecido a ningún Rudolph Fentz. Asimismo, el nombre no se encontraba en registros policiales, telefónicos o de ninguna clase.
Pensando que pudiera tratarse de un extranjero, la Policía investigó los arribos de viajeros y turistas, pero eso también les condujo a un punto muerto.
En esas estaban, cuando un agente tuvo una corazonada: ¿por qué no buscar en registros telefónicos más antiguos?
La idea estuvo acertada: encontraron un Rudolph Fentz.
Acudieron a la dirección correspondiente y fueron recibidos por una anciana que, para sorpresa de los policías, se presentó como "viuda de Rudolph Fentz Junior". Y de acuerdo a lo que averiguaron con la dama, lejos de resolver el misterio, éste se acrecentó.
El tal Rudolph Fentz Junior había fallecido veinte años atrás. Allí estaba en una foto sobre el piano: un señor mayor de porte formal, cuya imagen no les dijo gran cosa a los policías.
Surgió una pregunta natural: ¿la señora conocía otro Rudolph Fentz, quizás algún pariente del esposo?
"Si, hubo uno pero no llegué a conocerlo", contestó la amable anciana. "Era el padre de mi esposo".
Y continuó diciendo: "Lamentablemente, un día abandonó a mi suegra y a tres hijos pequeños, entre ellos mi esposo. Lo esperaban para cenar y nunca apareció. ¿Pueden creer eso?"
Era una pregunta retórica, porque la anciana no esperó respuesta y siguió hablando: "Dicen que el hombre estaba un poco loco, era ingeniero y se dedicaba por su cuenta a experimentos extraños. Pero sólo por las noches, porque de día trabajaba en la Bolsa".
Y cuando algo hizo clic en la cabeza de los policías, ya la mujer continuaba:
"De todas formas, todo esto es historia antigua. Con decir que mi suegro desapareció poco después de 1870.....¡si habrá pasado el tiempo! "
Sin dudas, el tiempo había pasado. Y quizás nuestro Rudolph Fentz, voluntariamente o no, viajó en él.
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8 comentarios:
Otro misterio más de tu expediente. Cosas extrañas que ocurren. No estaría mal poder viajar en el tiempo.
¡Nada mal!.
Saludos
Buenísimo, me encantó. :D
Rosa:
El tema de viajar en el tiempo es apasionante. Siempre surge la pregunta: ¿cambiaríamos algo del pasado?
Y al parecer, un señor que trabajaba en la Bolsa lo resolvió (pero con mala suerte).
Un beso.
Riguito:
Bienvenido al blog.
Me alegro que te gusten estos temas delirantes. Acá vas a encontrar muchos!!!
Saludos.
Tal vez logró encontrar la fórmula para viajar en el tiempo, pero no estaba preparado para ver tantos cambios...
Pah, que buena historia. Me encantó.
te deja ese ... "no se qué", de ¿sería?.
Lo de viajar y cambiar algo del pasado, mmm, nop, mejor no. Recordar en excelente cuento corto de Ray Bradbury, El sonido de un trueno.
Ernesto:
Nunca sabremos qué pasó realmente.
Pero estoy de acuerdo: a lo mejor no le gustó lo que vio!!!
Va un abrazo.
Mariolo:
Es más o menos como lo de "El efecto mariposa", donde el tipo nunca termina de acomodar las cosas, porque cambiás algo mínimo y eso tiene un montón de consecuencias.
Va un abrazo.
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