jueves, 19 de marzo de 2009

EL DIA QUE ME LAVARON EL CEREBRO


Sigo con las leyendas urbanas montevideanas. Esta vez para referirme a un episodio que dio mucho que hablar en su momento: la propaganda subliminal.

A mediados de los '70 yo era un adolescente y ya por entonces me gustaba mucho el cine. Por aquella época, era usual que los cines de barrio armaran programas maratónicos los fines de semana: se podía disfrutar de varias películas con una sola entrada.

Pero si se pretendía ver estrenos, eran los grandes cines del centro de Montevideo los que concentraban el público. Allí me dirigí un sábado con unos amigos, para ser más específicos al cine Plaza (una de las pocas salas de antaño que aún subsisten).

Nos llamó la atención que hubiera un puestito de refrescos y pop (pochoclo, pororó, pipoca, palomitas de maíz o como quieran llamarle) a la puerta del cine (no eran frecuentes por entonces). Como llegamos sobre la hora, no dio tiempo para comprar nada, pero nos tomamos unas cocas en el puestito al terminar la película (cuyo título ni recuerdo, no sería muy buena).



La cuestión es que a los pocos días empezó a correr un rumor generalizado: se habían realizado experimentos con propaganda subliminal en algunos cines montevideanos.

Básicamente, la idea es la siguiente: si usted proyecta una serie de imágenes a cierta velocidad, no podrán ser captadas conscientemente, pero llegarán al subconsciente del observador. Y lo que se decía por entonces era que, en los "cortos" publicitarios previos a la película que vimos, habían "colado" esas imágenes.

¿Con que fin? Vender refrescos y pop, por medio de esa sutil sugestión subliminal.



Las opiniones estaban divididas: había quien decía que todo era un disparate inventado, había quien decía que el dato era verídico (porque a "un amigo de un conocido" que trabajaba en publicidad, le habían mostrado la película a velocidad lenta y bla, bla, bla).

Como sea, con el tiempo pude recopilar varios datos. Para empezar, los rumores incluían el cine Plaza, el cine Central y el cine California. Los detalles variaban y cambiaban, pero siempre giraban alrededor de lo mismo.

Y la historia parece repetirse en diferentes ciudades, como sucede a toda leyenda urbana que se precie. La información más antigua que encontré refiere a un experimento realizado por un científico en USA (un tal James Vicary, investigador de mercado) que habría utilizado una función normal de cine en 1957 para probar su teoría acerca de la publicidad subliminal (provocando un aumento de ventas de refrescos de un 20 % y de popcorn del 70 %).

Ahora me explico por qué me quedé pelado, fueron estos científicos locos que me lavaron el cerebro!!

4 comentarios:

francisca dijo...

Si!yo me acuerdo!Fue hasta tema de debate en el liceo...cuantos recuerdos Pelao!Me diste un "viejazo"...

Fonzi dijo...

Que interesante informe !
Yo tenía oído lo de la propaganda subliminal , pero para cosas mas profundas que para vender Pop o refrescos.

Con respecto a lo que mencionás que en su momento se comentó que en los cines uruguayos se utilizó dicho método , me hace comprender el porqué del grado de taradez de algun cinéfilo que conozco.

Noël dijo...

Uuuuuuuuu!!! Ahora entiendo la cuarentena.
Qué bajón.

Mary Lovecraft dijo...

ay ay ayyyyyyyyyyyy yo no haría tanta chusma con esta historia!!

jajaja! besotesssss!